Azotaba baldosa muy animadamente, pero un infarto fulminante acabó con su vida

Un reencuentro entre compañeros de colegio debería ser una jornada de mucha alegría, y aunque durante varias horas así lo fue, la reunión se terminó abruptamente porque se tiñó de tragedia.

Las risas iban y venían entre excompañeros de secundaria de una institución peruana, luego la fiesta se inició y como es costumbre en este tipo de celebraciones, el baile y el licor aparecieron para amenizar aún más el feliz suceso.

Las habilidades para la danza parecían no haber desparecido en el cuerpo de Carlos Mozombite García, más conocido como “Camoga”, un hombre de 49 años que aparece en un video grabado por uno de sus compañeros de clase, quienes bailaban a un lado, pero parecía ser Carlos quien lo hacía mejor, y, además, payaseaba, lo cual indicaba que se estaba gozando de verdad el momento.

“Camoga”, según información de ´Perú, buenos días´,  estaba muy animado, mientras que su pareja femenina también lo estaba con la música salsa, pero al parecer, la emoción del reencuentro, más el esfuerzo físico que debió realizar le jugaron una mala pasada y su corazón no lo pudo resistir.

Simplemente se desplomó

Sin que se mostrara mareado o palideciera, Carlos simplemente se desplomó, pero sus amigos creyeron que era parte de una actuación cómica, sin embargo, rápidamente notaron que no estaba bromeando, sino que no se encontraba bien.

Carlos o ´Camoga´ fue llevado al hospital más cercano, pero los médicos que lo recibieron certificaron que había muerto debido a un infarto fulminante, la sorpresa de sus amigos fue mayúscula al notificar que no conocían de algún tipo de problema físico del hombre que parecía gozar de buena salud.

Dicen que previamente, Carlos Mozombite García había participado de una celebración similar y sus conocidos lo describen como un hombre muy apreciado por su carisma, alegría y buen carácter.

Una situación en la que una persona muere bailando se había presentado apenas un par de semanas atrás en Colombia cuando una mujer de 70 años que disfrutaba de las fiestas patronales de Santa Bárbara del Pinto bailaba animadamente los ritmos propios de la región: el porro y el fandango junto a un hombre más joven que ella.

La mujer, conocida en su pueblo y admirada por su talento para la danza, era respetada y muy querida por todos, y acostumbraba a disfrutar bailando las fiestas de su pueblo demostrando fortaleza física y habilidades casi intactas, pero mientras gozaba de una pieza comenzó a experimentar una extraña sensación, palideció y luego se fue el suelo víctima de un infarto fulminante.