Cadena perpetua para mujer que abuso de su hija adoptiva hasta matarla
Una condena histórica por el asesinato y abuso de menores en Florida deja al descubierto las fallas del sistema de adopción.

Una condena histórica por el asesinato y abuso de menores en Florida deja al descubierto las fallas del sistema de adopción.
Gina Emmanuel, una enfermera registrada del condado de Miami-Dade, fue condenada a cadena perpetua más 30 años por la muerte de su hija adoptiva de siete años y por años de abuso atroz contra sus otras dos hijas.
La mujer, de 56 años, no mostró arrepentimiento ni pronunció palabra al recibir la sentencia por asesinato en primer grado y abuso infantil agravado, en un caso que ha estremecido a la comunidad y revelado grietas profundas en el sistema de protección infantil de Florida.
Un infierno tras la adopción
Detrás de la apariencia de una madre comprometida con la adopción, Gina escondía una rutina sistemática de tortura y abuso. Según los testimonios, las niñas, hermanas biológicas adoptadas por Emmanuel en 2017, fueron sometidas a castigos inhumanos: eran quemadas, golpeadas, atadas a muebles y obligadas a ingerir desechos.
También se les negaba comida y atención médica, lo que resultó fatal para Samayah, la menor, quien murió en 2018 a causa de una neumonía no tratada que derivó en sepsis.
La doctora Emma Lew, exmédica forense, detalló durante el juicio que el cuerpo de Samayah presentaba lesiones en casi todas las partes visibles, reflejo de un patrón de maltrato prolongado. Fue este patrón el que alertó a las autoridades tras su fallecimiento y llevó al arresto de Gina Emmanuel en 2019.
Silencios institucionales y huérfanas revictimizadas
El caso expone no solo la brutalidad de una agresora, sino el silencio institucional que permitió que estos abusos continuaran. Las niñas estuvieron bajo el radar del sistema de bienestar infantil y, aún así, no se detectaron señales de alerta.
Ayanna Gordon, la mayor de las tres, ofreció un testimonio desgarrador en el juicio, revelando tanto las torturas como los pocos momentos de normalidad con Emmanuel. Sin embargo, dejó en claro que esas memorias no borraban el dolor:
“Te deseo lo mejor en el infierno”, dijo al concluir su intervención ante la corte.
Pese a la sentencia, el proceso de sanación para las hermanas sobrevivientes continúa. Están actualmente bajo custodia del estado, en hogares temporales. Su historia se ha convertido en un símbolo de alerta sobre las fisuras en los procesos de adopción y la necesidad de reforzar los mecanismos de seguimiento y protección a menores adoptados.
Este caso es un llamado urgente: proteger a los niños no puede depender solo de la buena voluntad de los adultos, sino de un sistema que funcione, vigile y actúe a tiempo.