Costa Rica es la prueba concreta de que los países calmados también se pueden agitar

Desde hace dos semanas viene ocurriendo algo que en Costa Rica parecía que no se iría a presentar debido a la tradicional calma con la que este país vivía, a pesar de que el panorama de sus vecinos siempre se mantuvo convulsionado.

Esa imagen de territorio pacífico, neutral y pionero del ecoturismo parece que quedó en la historia, la venerada imagen del Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, es solo un motivo de orgullo costarricense, pero a pesar de abogar siempre por la paz, los “ticos” no se pueden permitir un mal gobierno.

Ese edén de la justicia social ya no se pregona, porque esa paz, ahora es un aire atribulado y agitado que moviliza a ciudadanos por miles a efectuar bloqueos en las carreteras y a protestar contra lo que no creen justo.

Desde el pasado día 30 de septiembre las protestas ciudadanas acompañan el trasegar de cada jornada y el detonante de estas manifestaciones populares tiene que ver con un préstamo solicitado por el gobierno central de Carlos Alvarado para enfrentar la pandemia, eso no tiene nada de extraño porque la mayoría de los gobiernos solicitan por estos días uno, lo que tiene a la gente exaltada es que, entre otras medidas, se prevén más impuestos y mayores valores en los mismos.

En 15 días de protestas hubo enfrentamientos violentos entre la policía y manifestantes que dejaron un saldo de un centenar de heridos y otro de detenidos.

Ante la situación inédita, el gobierno ejecutivo decidió cancelar lo que había estipulado, sin embargo, las protestas continúan y la población se mantiene incrédula ante la decisión de las autoridades.

Estas manifestaciones pusieron en evidencia, que a pesar de que en un país reine la tranquilidad, tanto que Costa Rica no tiene ejército, la población no siempre va a callar ante lo que consideran atropella y vulnera su integridad, por eso las calles se vieron llenas de protestantes molestos por la situación.

El Covid-19 ha contribuido a que la economía costarricense continúe descendiendo vertiginosamente y que el desempleo doble su porcentaje, pasó del 12 al 24%, esas razones motivaron a que el gobierno gestionara un préstamo al Fondo Monetario Internacional por 1.750 millones de dólares.

Este préstamo hizo que el gobierno aumentara los impuestos para poder pagar los intereses del mismo, razón que elevó la molestia de los ciudadanos ticos, que ya no son el mismo pueblo calmado que solía ser, porque la situación atípica de la pandemia ha hecho que hasta los más tranquilos se agiten frente a medidas impopulares.