Por: Christopher Ramírez Hernández • Colombia.com

Los colombianos somos corruptos por "naturaleza"

No nos quejemos de los ladrones de 'cuello blanco', cuando los colombianos de 'a pie' también apoyamos la corrupción.

Actualización
Aunque en menor medida, el colombiano "promedio" también es corrupto. Foto: Twitter
Aunque en menor medida, el colombiano "promedio" también es corrupto. Foto: Twitter

No nos quejemos de los ladrones de 'cuello blanco', cuando los colombianos de 'a pie' también apoyamos la corrupción.

Para nadie es un secreto que la corrupción es una de las problemáticas más fuertes de Colombia, tal y como lo demostró hace algunos días la organización ‘Transparencia por Colombia’, por medio de su informe (…), el cual explica, en términos de cifras que:

  1. Al año son robados 18 billones de pesos.
  2. Al día, más de 16 mil millones de pesos.
  3. En una hora, casi 800 millones de pesos.

Por supuesto, estos números preocupan y enojan a los colombianos (incluyéndome), pues son dineros que, aunque suene a frase cliché, salen de nuestros bolsillos en el sinfín de impuestos que existen en nuestro país.

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Corrupción se lleva más d...

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Ahora bien, lo que me parece casi ridículo, es la forma en la que los colombianos medimos lo que es o no corrupción. A grandes rasgos, esta palabra (corrupción) tiene validez si la víctima soy yo; nunca cuando soy el victimario.

Me explico: el desfalco de dineros en temas como la salud, la educación y el transporte (sectores que más sufren con el ‘virus’ de la corrupción), causan indignación nacional y quisiéramos poner en la picota y la burla pública al corrupto, desgraciado, ladrón, o como queramos decirle, que se robó el dinero. Pero, el ambiente se torna diferente cuando el hecho es protagonizado por mí y no por el “otro”.

En primer lugar, ya no lo llamamos “robo”, sino “papayazo”, por lo que “yo aproveché el ‘papayazo’” se convierte en la frase salvadora. Otras frases como “el vivo vive del bobo” o “la malicia indígena” también entran en el diálogo de ese colombiano que, aunque sabe que está siendo algo indebido, nunca admitirá que es un corrupto más.

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Una mala costumbre

Sin embargo, a esta triste historia se suma el hecho de que este tipo de acciones no son aisladas, sino que hacen parte del ADN colombiano; se considera una tradición, una mentira que se ha repetido tantas veces, que se ha incluido en la cultura como una verdad en la que, si causa un beneficio y no daña físicamente a nadie, no es malo.

Es por esto que los colombianos se saben de memoria guiones como “Señor, ¿me lleva por mil?”, cuando se hace uso del transporte tradicional, o, aún peor, el famoso “me voy a colar porque no pienso pagar por un servicio tan malo”; líneas que se han naturalizado en el pensamiento colectivo de nuestro país.

Y con esto no digo que todo colombiano es oportunista, ladrón o, en palabras más simples, corrupto, pero no se puede negar que socialmente hemos crecido en un contexto en que el sentimiento de corrupción es excusable si, irónicamente, "se hace por una buena razón".

Entonces, seamos conscientes de esto y transformemos desde la familia una cultura que no nos permite crecer como sociedad. Paguemos el valor completo de las cosas; usemos de manera honesta los servicios públicos que tenemos; no demos un billete falso a otra persona, simplemente porque “a mí me lo hicieron también”. No mostremos con orgullo las críticas que realizamos a los corruptos que roban mil millones de pesos, cuando nosotros diariamente nos robamos diez mil. No hagamos del “cada quien ‘aprovecha’ de la forma en que puede” nuestro estilo de vida.