Por: Christopher Ramírez • Colombia.com

[Opinión] ¿En serio pierde el periodismo colombiano con la renuncia de Darío Arizmendi a Caracol Radio?

No se puede negar la importancia de Darío Arizmendi en los medios colombianos, pero si su relevancia en el periodismo como profesión.

Actualización
Arizmendi dirigió el programa '6 a.m. Hoy por Hoy' desde 1991. Foto: Twitter
Arizmendi dirigió el programa '6 a.m. Hoy por Hoy' desde 1991. Foto: Twitter

No se puede negar la importancia de Darío Arizmendi en los medios colombianos, pero si su relevancia en el periodismo como profesión.

El 23 de abril de 2019 pasará a la historia de Caracol Radio, y del periodismo colombiano como tal, pues el director del programa '6 a.m. Hoy por Hoy', Darío Arizmendi, anunció su retiro del programa. “He decidido, a partir del momento de que la cadena lo considere pertinente, renunciar a 6 a.m.”, dijo en medio de la emisión del programa.

Aunque el reconocido comunicador no dejará el periodismo, tal y como lo aclaró al momento de dar la noticia, cientos de seguidores en redes sociales no dudaron en mostrar la tristeza que dejaba la renuncia de Arizmendi al matinal de Caracol Radio, con hashtags como #DarioArizmendi o #GraciasDario, que rápidamente se hicieron tendencia en internet.

Institución sí. Maestro no

La mayoría de los usuarios que utilizaron estos numerales le recordaban a Darío lo que significaba para el periodismo colombiano, tildándolo, incluso, como una institución de la propagación y análisis de la información en el país.

Sin embargo, ante todo el alboroto creado por esta “inesperada” renuncia, cabe preguntarse si Darío Arizmendi en serio merece el título de “Institución” del periodismo en Colombia o, como varios se han atrevido a llamarlo, un “maestro” para las personas que escogieron este oficio como estilo de vida.

Personalmente acepto lo primero. Quien niegue que Darío es una “Institución” estaría diciendo una insensatez. El hombre fue capaz de dirigir a periodistas en España y Colombia, además de fundar, junto con otros comunicadores e intelectuales de las letras colombianas, el periódico El Mundo, en 1979. Decir que el tipo no es una marca reconocida en esto, es negar la trayectoria que ha tenido y la relevancia de sus palabras, que día a día calan entre sus oyentes y seguidores.

Ahora, decir que es un “maestro” sí me parece un poco excesivo; y no lo digo solo yo. Hablando con colegas del medio, llegamos a la conclusión de que, para tener un nombre tan grande en el periodismo colombiano, Darío Arizmendi tiene muy poco de lo que se necesita para considerarlo una eminencia en el tema.

El periodismo se puede considerar (y varios lo han hecho) como el cuarto poder, y como los otros tres (Judicial, Ejecutivo y Legislativo), debe funcionar de manera independiente; algo que muy poco ha demostrado Darío. Sabemos que ese cuento de la objetividad está mandado a recoger, pues desde el momento en el que se decide qué tema investigar, cómo hacerlo y con quién, hay una influencia enorme de las opiniones, gustos e intereses que el periodista tenga; es decir, subjetividad en su máximo esplendor, sin embargo, no se puede confiar en la opinión de un periodista, cuando las personas a las que dice criticar son sus mejores amigos.

“Yo estaba en El Mundo cuando Virgilio Barco llegó a la Presidencia de Colombia. Fuimos muy amigos. Almorzábamos con Germán Montoya, su secretario general, en la Casa de Nariño, los tres solitos (…) Con Andrés Pastrana hubo cuerda rota por una pelea del Grupo Santo Domingo con él, y en ese momento el grupo era dueño de Caracol. Después nos hicimos amigos y lo somos todavía (…) Después vinieron los dos mandatos de Álvaro Uribe. En el primer gobierno, reconocimos su trabajo, fuimos amigos; el país estaba en una situación muy difícil de seguridad y lo respaldamos”, fueron las declaraciones del periodista, publicadas en un perfil que le realizó la revista Don Juan, en 2015.

Alguna vez un profesor me dijo que, a groso modo, un periodista desayuna con el ministro, almuerza con el presidente y cena con el fiscal, y por la noche se regresa a su casa en bus. Entonces, ¿se puede considerar a un verdadero periodista alguien que come con las personalidades, juega con las personalidades, habla al número privado de las personalidades y siempre vive con las personalidades? ¿Se puede confiar en sus palabras?

Además, Arizmendi también se ha identificado con grandes grupos económicos como el Santo Domingo y Sarmiento Ángulo, convirtiendo su trabajo periodístico en un foco de negocios, más que investigativo y de denuncia.

“Arizmendi, a quien siempre le ha gustado estar en la vanguardia, se puso así el traje de un tipo de periodista que no figura aún en los manuales de periodismo (y hay que esperar que nunca haga parte). No lo inventó él. Es aquel que, conscientemente, abandona su curiosidad y su pasión por la búsqueda de la verdad para ceñirse a una lógica de un grupo que lo retribuye con mucho dinero”, fue la crítica realizada por El Tiempo a Darío, el 22 de marzo 1992.

Y al día de hoy, la historia no cambia. El hombre vendió su credibilidad a grandes potencias económicas y políticas del país, como lo demostró en las pasadas elecciones presidenciales, cuando a un candidato le preguntó por su programa de gobierno, mientras que, al otro, lo hizo ver “más humano”, al preguntarle por la forma en la que le gustaría que jugara la selección Colombia en Rusia 2018. ¿Dónde quedó el equilibrio y la independencia?

Respeto a Darío Arizmendi, como persona e institución, pero no como un maestro, ni siquiera lo considero como tal. Los maestros me enseñan a afrontar la realidad, no a acomodarme a ella.

Te puede interesar: Opinión: Exfutbolistas y modelos que reemplazan a los periodistas deportivos