Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

Policías ocultan extorsión a comerciante en Soacha comiéndose quinientos mil pesos

Un par de policías cayó con las manos en la masa y la plata en el estómago luego de que se comieran el dinero de una extorsión que realizaron a un comerciante.

La extorsión realizada por unos policías les dejó un dolor de estómago y ahora un dolor de cabeza ante la ley. Foto: Pixabay
La extorsión realizada por unos policías les dejó un dolor de estómago y ahora un dolor de cabeza ante la ley. Foto: Pixabay

Un par de policías cayó con las manos en la masa y la plata en el estómago luego de que se comieran el dinero de una extorsión que realizaron a un comerciante.

Para ocultar o desaparecer las pruebas de un ilícito existen muchas formas de hacerlo, pero unos policías decidieron realizar una muy poco usual y que además les trajo perjuicios para su salud, porque literalmente se las comieron.

En un presunto caso de extorsión a un comerciante del municipio de Soacha ubicado en el sur de Bogotá, el Gaula de la Policía Nacional decidió intervenir tras la denuncia del afectado, quien informó que los policías le exigieron dos millones de pesos, pero solo contaba con quinientos mil pesos, pero a pesar de ello se pactó la entrega.

El Gaula diseñó el plan para poder atrapar en flagrancia a los elementos policiales y así hacer efectiva su captura, pero lo que nadie esperaba era que la evidencia, es decir, el dinero que los agentes le habían quitado al comerciante terminaría en el fondo de sus entrañas.

Se comieron los billetes

Los policías que habían caído con las manos en la masa decidieron desaparecer el dinero de la forma que consideraron más efectiva y fue comiéndoselo, así como se lee, los uniformados se apresuraron a tragarse el dinero sin un aliño o sorbo de agua que ayudara en la poco ortodoxa misión.

Un video revelado por Noticias Caracol muestra a agentes policiales realizando la operación de captura a los policías que se movilizaban en una patrulla de la institución, mientras estos se mantenían a bordo del vehículo, se les interrogó sobre la extorsión denunciada por un comerciante, pero esta fue negada por ellos.

La indagación continuaba, pero uno de los policías comenzó a manifestar malestar, la respiración se le cortaba y uno de los agentes del Gaula lo ayudó desabrochando su chaqueta, pero fue tal el malestar que no tuvieron más remedio que confesar que se habían comido los billetes entregados por la extorsión; los uniformados se encontraban tan mal que tuvieron que ser remitidos rápidamente a un hospital para que se les brindara atención médica de forma inmediata.

Los policías recluidos en un hospital tendrán que expulsar los elementos en su organismo, los cuales pueden representar grave riesgo para su salud debido a que son cuerpos extraños y que además contienen alto número de bacterias y hongos, aunque el comerciante extorsionado espera que algo del dinero se pueda salvar.

Los policías implicados en este asunto tendrán primero que recuperar su salud y luego responder ante las autoridades por el delito del que se les acusa siendo muy francos, porque en este caso, la justicia no come cuento.