Mocoa pasa las noches sin luz y con hambre

El desespero y la zozobra se apodera de los sobrevivientes de la avalancha en Mocoa. Albergues atestados de personas y gente inescrupulosa que roba lo poco que quedó, es el panorama de la tragedia.

Foto: EFE
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El desespero y la zozobra se apodera de los sobrevivientes de la avalancha en Mocoa. Albergues atestados de personas y gente inescrupulosa que roba lo poco que quedó, es el panorama de la tragedia.

Mocoa pasa las noches a oscuras tras la avalancha que se produjo en la madrugada del pasado sábado que ha dejado más de 200 muertos y cientos de damnificados. En la zona central de la ciudad algunos establecimientos cuentan con energía, lo que permite que durante algunas horas los viandantes puedan ver el suelo que pisan, pero en las zonas más alejadas la luz es nula.

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Para garantizar la seguridad ante esta situación, centenares de militares, mucho de ellos de la Policía Militar, patrullan para evitar saqueos, especialmente en las zonas comerciales donde el agua ha arrasado buena parte de los mecanismos elementales de seguridad como puertas o cierres metálicos.

Algunos restaurantes han recurrido a las velas para poder dar algo de luz a sus clientes y mantener la luz prendida. También recurren a barbacoas, no solo ellos, sino muchos de los vendedores informales que proveen de comida a los viandantes, periodistas y curiosos que han llegado hasta la zona.

Sin embargo, el desabastecimiento asedia esta capital selvática de más de 50.000 habitantes que corre el riesgo de quedar asolada por la escasez. "No hay comida, arroz no se encuentra, no se encuentra nada. Prácticamente ya estamos aguantando hambre", comentó Manuel Gustavo Sacoyo, un comerciante que tenía un local de venta de pollo y pescado en la plaza de mercado de Mocoa.

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En los albergues dispuestos para las familias que han perdido todo en la avalancha, generadores de gasolina mantienen varias luces prendidas. Así sucede también en alguna de las iglesias, que no solo están dando cobijo físico sino también espiritual a los mocoanos.

 

EFE