Por: Camila Méndez Sastoque • Colombia.com

Adriana Patiño, Coor. bienestar del CIEDI, alertó que desde la educación: "No podemos permitir que la normalización del consumo ponga en riesgo el futuro de los jóvenes"

El reto está en abrir espacios de diálogo y educación para que los jóvenes puedan tomar decisiones informadas sobre las sustancias psicoactivas.

Actualización
La educación, un factor clave para enfrentar los trastornos de consumo de sustancias en menores. Foto: Canva
La educación, un factor clave para enfrentar los trastornos de consumo de sustancias en menores. Foto: Canva

El reto está en abrir espacios de diálogo y educación para que los jóvenes puedan tomar decisiones informadas sobre las sustancias psicoactivas.

Durante la adolescencia es común que los entornos y las curiosidades hagan que los jóvenes caigan en algunos errores que les puede costar en su futuro, uno de los casos que más se presenta a nivel nacional ha sido el consumo de sustancias psicoactivas desde edad temprana, situación que se ha tratado desde la educación en las instituciones.

Desde el Consejo de Bogotá se han dado a conocer diferentes datos relacionados con esta problemática, entre ellos, se habla que entre el año 2020 y el 2024, más de 10.600 menores fueron atendidos en centros médicos de Bogotá por trastornos asociados al consumo de sustancias, siendo los adolescentes entre 14 y 17 años los más afectados.

Por otro lado, el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar, mencionó que la edad promedio de inicio en el consumo de drogas en Colombia es de 13,7 años, colocando a los jóvenes en una situación de vulnerabilidad. Este tipo de situaciones se han venido tratando desde los ámbitos educativos con charlas que amplíen el conocimiento del riesgo de las drogas, las consecuencias de salud a futuro como la afectación a la memoria, el aprendizaje y el control emocional.

Esta situación es una alarma debido a que el consumo de drogas como la marihuana representa una disminución de la respuesta cerebral, pues su uso prolongado puede generar una sensación de apatía y desinterés. Otro de los riesgos es que se han detectado son síntomas de ansiedad y depresión, situación que hace que los jóvenes “escapen” de estas emociones con el cannabis.

La educación es clave para enfrentar esta crisis

Debido a la legalización que hay en algunos países, el acceso a esta sustancia se ha facilitado, no obstante, desde la educación se sigue trabajando arduamente en mantener a los jóvenes informados sobre las consecuencias que podrían afrontar a futuro. Por un lado, especialistas han querido reducir esta problemática, pues en el encuentro “Tejiendo Red” realizado el año pasado, el director de Política de Drogas y Actividades Relacionadas del Ministerio de Justicia y del Derecho, Alexánder Rivera Álvarez revelo que alrededor de 8.000 han consumido al menos una sustancia ilícita alguna vez en su vida. Frente a esta realidad.

“Las cifras son alarmantes y demuestran que debemos reforzar la educación sobre los efectos reales de la marihuana en el cerebro adolescente. No podemos permitir que la normalización del consumo en redes sociales y en la cultura popular ponga en riesgo el futuro de nuestros jóvenes”. Alertó Adriana Patiño, coordinadora de bienestar del CIEDI.

El reto está en abrir espacios de diálogo y educación. Foto: Canva
El reto está en abrir espacios de diálogo y educación. Foto: Canva

El papel de los padres y educadores

Desde estos entornos se ha buscado que los padres y educadores informen a los adolescentes sobre los riesgos de la marihuana, establezcan límites claros, fomenten habilidades sociales para resistir la presión del grupo y cuestionen los mensajes que glorifican el consumo en la música, el cine y las redes sociales.

La evidencia es clara, la marihuana no es inofensiva para el cerebro adolescente. El reto está en abrir espacios de diálogo y educación para que los jóvenes puedan tomar decisiones informadas sobre su bienestar y su futuro.

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