Ana María Guzmán, la arquitecta del gol que puso a Colombia en los cuartos de final

El jueves de la semana pasada, cuando terminó la fase de grupos para Colombia, en el mundial femenino, todos quedamos preocupados. Además de la extraña derrota que sufrió el elenco colombiano a manos de Marruecos, por la mínima diferencia, y de que estuvimos a un gol de terminar jugando los octavos de final frente a la selección francesa, también habíamos perdido, para el duelo de octavos, a Manuela Vanegas, la lateral izquierda de Colombia que se había vestido de heroína en el partido frente a Alemania.

Todo esto, sumado a la incertidumbre que provocaba el hecho de pensar en enfrentar a una selección con mucho más poderío que Marruecos, que tras haber logrado sacar su arco en cero frente a los seleccionados de Francia y Brasil, provocaban cierta desconfianza en la suerte que tendría la selección nacional en su juego de octavos de final.

Sin embargo, Nelson Abadía puso en su lugar a una joven risaraldense, pieza del Deportivo Pereira y que, pese a su juventud, tenía una experiencia que apenas podía compartir con algunas pocas compañeras de selección: Era subcampeona mundial sub17 de la FIFA. Su nombre deberíamos guardarlo en la memoria para siempre: Ana María Guzmán.

Nació el 11 de junio de 2005, lo que quiere decir que acaba de cumplir los 18 y fue uno de los ejes de aquella Colombia que, junto a Linda Caicedo, se convirtieron en las primeras colombianas que, en casi un siglo de historia, pisaban la final de un campeonato mundial avalado por la FIFA. La biquebradina fue una de las mejores del equipo frente a Jamaica, dándole salida a su equipo por la izquierda, siempre que tuvo la oportunidad.

Además, siempre que su equipo la necesitó apareció para taponar la salida del equipo caribeño, que por esa banda le correspondía a Kiki Van Zanten. Un gran trabajo en el proceso transitorio defensa ataque y ataque defensa que, al final, se vio premiado con la jugada que la catapultaría a lo más alto del podio de este partido.

Sobre el minuto 51, con el equipo saliendo por su banda y, en medio del bosque de piernas en que se había convertido el medio campo ‘la mona’, como la conocemos desde aquel mágico mundial en India, disparó un balón teledirigido que atravesó más de 40 metros para llegar a los pies de Catalina Usme, que no tuvo problema en hacer lo que mejor sabe: Perforar el arco rival para celebrar un gol. Una anotación histórica, que comenzó en los pies de una futbolista que empieza a tornarse en leyenda.