Por: Alexandra Méndez • Colombia.com

Petición a la santísima madre: oración por la presentación de la Virgen María en el templo

Con esta oración podrás pedir pureza y fortalecimiento en la fe a la Virgen María.

Oración por la presentación de la Virgen María en el templo. Foto: Shutterstock
Oración por la presentación de la Virgen María en el templo. Foto: Shutterstock

Con esta oración podrás pedir pureza y fortalecimiento en la fe a la Virgen María.

El 21 de noviembre, la iglesia católica y ortodoxa celebra una festividad muy especial para la Virgen María: la presentación de Nuestra Señora al templo. Esta festividad conmemora el momento en el que la Virgen María, siendo niña, fue llevada por sus padres, San Joaquín y Santa Ana, al Templo de Jerusalén. 

Según la tradición, desde su infancia, la Virgen María fue ofrecida a Dios para ser consagrada a su servicio. Aunque esta historia no aparece en la biblia, está consagrada en el evangelio apócrifo conocido como el Protoevangelio de Santiago. 

Cuando Maria fue llevada al templo a la edad de 3 años, la recibió el sumo sacerdote.  Según la tradición, la pequeña subió los escalones sin ayuda, lo que se convirtió en un signo de su especial consagración.

La celebración de la presentación de la Virgen María al templo destaca este evento como un acto de total entrega y dedicación, que resalta la pureza y la devoción de María desde temprana edad, por lo que muchos se encomiendan a ella en este día para fortalecer su fe y devoción. Si quieres orar en este día por Nuestra Señora, reza la siguiente oración de la web Devocionario Católico. 

Oración por la presentación de la Virgen María en el templo 

Dios te salve, María suavísima, a quien tus santísimos padres trajeron al templo, y en tu tierna edad presentaron al Señor y ofrecieron a su servicio, para que en dejando los pechos de tu madre le hicieses sacrificio de ti misma, y como fruta temprana, fresca y cogida del árbol con su flor fueses más gustosa y agradable a aquel Señor que es fruto de tu sagrado vientre. 

En el templo material entraste, y le santificaste e ilustraste para que fuese más glorioso que el que edificó el Rey Salomón, porque tú eres el templo vivo de Dios, y como un Sancta Sanctorum adonde no es lícito entrar sino al sumo Sacerdote según la orden de Melquisedec, y como la verdadera arca del Testamento en que está la urna del maná con que sustenta el cielo y la tierra. 

Aquí viviste y pasaste tu niñez, y fuiste modelo perfectísimo de santidad, y derramaste el olor suavísimo de todas las virtudes; y como alférez y Virgen de las vírgenes, te consagraste toda a Dios.

Fuiste la primera que hizo voto de perpetua virginidad con alegre y determinada voluntad, abriendo camino con tu ejemplo a todas las vírgenes que después te han seguido y seguirán; y le guardaste tan perfectamente, que más parecías ángel sin cuerpo que doncella en carne mortal.

Y pues fuiste tan acabado dechado de pureza, que sola tu vista penetraba los corazones de los que te miraban con una lumbre celestial, y criaba en ellos amor de honestidad, mírame, Señora, con esos ojos amorosos y eficaces, para que de tal manera mi ánima y mi cuerpo florezcan con la castidad, que ninguna fealdad me ensucie, ningún vicio me posea, y a ningún deleite consienta. 

¡Oh Reina mía, esperanza mía y alegría mía de mi corazón! Que viviendo en el templo, con la soledad, silencio y quietud te disponías a la contemplación y unión con Dios, y eras tan regalada de él y tan visible de los ángeles, que más morabas en el cielo que en la tierra, y más vivía tu espíritu con el espíritu del Señor que tu cuerpo con tu espíritu. 

Alcánzame por tus merecimientos amor del silencio y del reposo espiritual, para que estos sean mis deleites todo el tiempo que fuere detenido en la cárcel de este cuerpo, por Jesucristo tu benditísimo Hijo, que vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.