Novena de aguinaldos: ¿cuál es la oración para todos los días?

La Navidad cuenta con todo tipo de tradiciones, propias de cada país en el que se viva, y aunque una de las más populares es el destapar regalos en compañía de los seres queridos, no es la única; precisamente, las novenas navideñas suelen representar perfectamente esta época en algunos países como Colombia, Venezuela o Ecuador.

Y es que, esta costumbre que mezcla la cultura navideña con las creencias religiosas, ha sido llevada a cabo por las familias durante años; se trata de un espacio de oración y reflexión que tiene lugar desde los nueve días anteriores al nacimiento de Jesús, es decir, desde el 16 de diciembre.

En esta actividad, suelen reunirse familiares y amigos, por lo general en las noches, al frente del pesebre, para leer una consideración del día, rezar a San José, a la Virgen María, al Niño Jesús, una oración para todos los días, y para realizar posteriormente unos gozos navideños; de hecho, muchos acostumbran a dividirse los días, para que cada familia se encargue de ofrecer una novena un día diferente.

Como parte de la tradición, dicho proceso de plegarias también va acompañado de un plato especial, puede ser propio de la época, y hasta algunos villancicos para hacer más ameno y alegre el momento. Si quieres conocer cómo se realiza una novena y su orden, puedes dar clic AQUÍ.

Hoy, precisamente, te enseñaremos cómo realizar la oración para todos los días, la cual se lleva a cabo después de la consideración del día respectivo, y antes de la oración a la Santísima Virgen María. Estas son las palabras que debe leer uno de los asistentes cuando haya llegado el momento:

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les dísteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. 

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. (Se reza tres veces Gloria al Padre).