Exceso de grasa en el rostro: 7 trucos y consejos para eliminar el brillo facial

El exceso de grasa en el rostro es un problema común que afecta a una gran cantidad de personas alrededor del mundo. Factores como la contaminación, el clima y las bacterias son las causas más probables del brillo indeseado en la cara. 

En el día a día, nuestra piel se enfrenta a muchos agentes externos que hacen que se vuelva débil y pueden generar una producción excesiva de sebo para su protección. La grasa en el rostro además de cumplir una función protectora, ayuda a hidratar y le aporta a la piel los antioxidantes que necesita para mantenerse sana.

Entonces, la grasa en la cara no es del todo mala. El problema llega cuando su producción se da en exceso, situación que puede ser muy molesta y desagradable a la vista y causar algunos problemas subyacentes.

Según expertos de la firma de cosmética Nuda Est, citados por la revista El Mundo, el exceso de grasa en el rostro puede ocasionar “acné, puntos negros, brillo y una sensación pegajosa todo el día”, por ello, lo ideal es mantener controlada su producción. 

Por lo general, las zonas del rostro que más grasa producen son las que se encuentran en la zona T, es decir, la región que comprende la frente, la nariz, el surco nasogeniano y la barbilla. Esta grasa viene acompañada de poros dilatados y puntos negros. 

Pero no hay de qué preocuparse, pues existen algunos trucos que pueden ayudarte a controlar la producción de grasa en la piel y a mantener un aspecto mate y saludable. En este artículo te presentamos 7 trucos y consejos para eliminar el brillo facial y lucir una piel radiante pero sin grasa.

1. Limpia tu rostro adecuadamente

La limpieza facial con productos específicos para tu tipo de piel es fundamental para controlar el exceso de grasa. Usar productos diseñados para la piel grasa, te ayudarán a eliminar el sebo y los residuos acumulados en los poros. Lo ideal es que laves tu rostro por lo menos dos veces al día: una por la mañana y otra por la noche, con agua tibia y un limpiador facial suave. “Evita utilizar agua caliente, ya que esto puede estimular la producción de sebo”, señalan los expertos.

2. Sigue una buena alimentación

Para cuidar la piel y mantenerla sana, hidratada y protegida de los agentes externos es muy importante el consumo diario de frutas y verduras ricas en vitaminas y minerales, así como una dieta basada en alimentos ricos en fibra y en ácidos grasos como la omega 3.

3. Utiliza productos matificantes

En el mercado existen infinidad de productos que pueden ayudarte a controlar el brillo facial y a mantener un aspecto mate durante todo el día. Lo ideal es utilizar una crema matificante después de la limpieza facial y una base de maquillaje o un polvo compacto con efecto matificante.

4. Hidrata tu piel adecuadamente

Aunque muchos no lo crean, la hidratación de las pieles grasas es igual de importante que en las pieles secas, ya que la producción de sebo en exceso muchas veces se da por la resequedad. La recomendación es utilizar una crema hidratante específica para piel grasa, que no contenga aceites ni ingredientes comedogénicos. Una hidratación adecuada ayuda a mantener la piel equilibrada y a evitar la producción excesiva de sebo.

5. Bebe mucha agua

Como ya lo mencionamos, la hidratación es fundamental para tener un rostro de ensueño. Esta debe hacerse también desde adentro. Para ello, hay que tomar al menos dos litros de agua al día (recuerda que las infusiones y otras bebidas no cuentan en esta cantidad).

6. Utiliza mascarillas faciales regulares

Las mascarillas faciales pueden ser grandes aliadas para controlar la producción de grasa en la piel. Lo mejor es utilizar una mascarilla específica para piel grasa una vez por semana, o bien una mascarilla natural a base de arcilla o carbón activado, ingredientes que ayudan a absorber la grasa y a purificar la piel, reduciendo el brillo facial.

7. Evita tocarte el rostro

Tener contacto con el rostro con las manos sucias o apoyarlo sobre superficies poco aseadas puede transferir bacterias y suciedad a la piel, lo que a su vez puede obstruir los poros y provocar la aparición de granos y espinillas.