Novena de aguinaldos día 8: consideración para leer en familia este 23 de diciembre

La Novena de Aguinaldos llega a su día 8 con una reflexión pensada para compartir en familia en la antesala de la Navidad.

Por: Alexandra Méndez • Colombia.com
Novena de Aguinaldos. Foto: Shutterstock
Novena de Aguinaldos. Foto: Shutterstock

La Novena de Aguinaldos llega a su día 8 con una reflexión pensada para compartir en familia en la antesala de la Navidad.

Entramos en la recta final de la cuenta regresiva para la navidad y, con ella, llega el día 8 de la novena de aguinaldos, una tradición religiosa que invita a recordar el camino de fe, humildad y esperanza que atravesaron la Virgen María y San José hasta llegar a Belén para esperar el nacimiento del Niño Jesús.

La novena, además de conmemorar la llegada de Jesús a la Tierra para redimir los pecados de la humanidad, es tomada como una práctica ideal para fomentar la unión familiar y la preparación espiritual a través del fortalecimiento de la fe. 

Esta tradición católica está compuesta por cuatro oraciones, una consideración diaria y 12 gozos, que se rezan en un orden determinado: oración para todos los días, consideración del día, gozos, oración a la Virgen María, oración a San José, y por último la oración al Niño Jesús.

La consideración del día 8 de la novena de aguinaldos, que corresponde al 23 de diciembre, es una reflexión sobre la espera confiada y amorosa de María y José hasta el nacimiento del Niño Jesús a pesar de las incomodidades y adversidades. Esta reflexión nos recuerda que la verdadera preparación para la Navidad es interior. 

En este texto, se narra el momento en que María y José llegan a Belén en busca de hospitalidad, recibiendo humillaciones por su pobreza. El mensaje principal es que la confianza en Dios debe primar por encima de cualquier problema o eventualidad, pues cada suceso tiene una finalidad. A continuación te compartimos la consideración completa.

Novena de aguinaldos: consideración del día 8 para el 23 de diciembre 

Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones; pero no lo encuentran ya por hallarse todo ocupado, ya porque se les desechase a causa de su pobreza. Empero, puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba sorpresa cuando era rechazado de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreía también con tanta tranquilidad cuando fijaba sus miradas en su casta esposa. El Niño aún no nacido se regocijaba de aquellas negativas que eran el preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el nido de cada puerta que se cerraba ante ellos, era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana.

¡Oh divino niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, han sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay! El espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios. ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro¡ ¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia la puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita convertirnos, o santificarnos o conformarnos con su voluntad? ¿No hacemos mal uso de nuestras penas, desconociendo su carácter celestial con que cada uno a su modo lo lleva grabado en sí? Dios viene a nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz, o le reconocemos hasta que nos vuelve la espalda y se aleja después de nuestra negativa.

Se pone el sol de 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran las cimas de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental, y cierran sus puertas al ver a su madre. La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo una tras otra. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno.