Por: Redacción Vida y Estilo • Colombia.com

Oración a San Pablo de Narbona para combatir el miedo

San Pablo Narbona puede convertirse en la ayuda que necesitas para combatir y superar el miedo; te dejamos una oración que puedes dedicarle para pedir su intercesión.

Foto: Shutterstock
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San Pablo Narbona puede convertirse en la ayuda que necesitas para combatir y superar el miedo; te dejamos una oración que puedes dedicarle para pedir su intercesión.

Cada 22 de marzo se conmemora a San Pablo Narbona, un santo de quien se conocen numerosas historias sobre lo que fue su vida, no obstante, una de las más comunes y acertadas asegura que se trató del primer obispo de Galia, a quien se le atribuye la creación de la iglesia de Béziers, dejándola en manos de uno de sus discípulos.

Al parecer, su llegada a dicho lugar se dio luego de haber sido enviado por el Papa Fabián, junto con otros 6 obispos de roma, a Galia, para cristianizar a la población, donde muchos perdieron la vida como mártires, aunque él tuvo el privilegio de morir en paz por haber cumplido con sus misiones más importantes.

Este santo puede ayudarte en diferentes momentos de tu vida, especialmente cuando alguna dificultad se presente, y es este el motivo por el que hoy queremos enseñarte una oración con la que puedes pedir su intercesión, compartida por el portal ‘touteslesprieres.com’, para poder combatir y superar el miedo que te embarga.

Oración contra el miedo

Concédeme, Dios mío, que, por la intercesión y los méritos de tu Beato Pontífice, recupere la calma y la confianza. Te doy gracias, Señor Jesús, porque ya me has apoyado en muchos pasos resbaladizos, me has rescatado de muchos peligros de muerte, has preservado mi vida.

Sea bendito y glorificado tu santo nombre para siempre; que San Pablo de Narbona nos ayude siempre con ustedes en sus oraciones. Te rogamos por Nuestro Señor Jesucristo. Que así sea. Santísimo San Pablo de Narbona, líbranos de todo temor dañino y de todo lo que pueda arrebatar la paz a los hijos de Dios.

Alabanza y gloria a ti, dulce amiga de la humanidad; gloria a ti, oh misericordioso; gloria a ti, oh paciente; gloria a ti, que perdonas todos nuestros pecados; gloria a ti, que has venido a redimirnos; gloria a ti que te has hecho carne en el vientre de una Virgen; gloria a ti, que has sido encadenado como un criminal; gloria a ti que has sido azotado.

Gloria a ti, que has estado lleno de reproches; gloria a ti, que estás sepultado; gloria a ti que has resucitado y subido al cielo; Gloria a ti, que estás sentado a la diestra de tu Padre, y que vendrás a juzgar a las almas que han inutilizado tu pasión con sus vidas.

¡Ah! en esta hora de pavor y horror, cuando las virtudes de los cielos serán sacudidas, cuando los coros de ángeles, arcángeles, querubines y serafines aparecerán ante tu rostro, en un estremecimiento santo, cuando la tierra se tambalee sobre sus cimientos, y que todo lo que vive se estremecerá de terror ante tu incomparable gloria; en esta hora escóndeme en tu mano, y salva mi alma del fuego consumidor, del crujir de dientes, de las tinieblas y de las lágrimas eternas; y que cante con los elegidos: Gloria a ti, Salvador de los pecadores, por tus infinitas misericordias. Que así sea.