Investigación revela el origen de las amenazas que recibió Ángela Lora antes de la masacre de su familia

La comunidad cristiana de Aguachica, Cesar, no sale de la consternación producida por el asesinato, en medio de un ataque sicarial, de la familia de pastores Lora Rincón. Un hecho violento que prendió las alertas sobre la seguridad para la libertad religiosa en dicha parte del país y que ha generado un sinfín de teorías respecto a los posibles móviles del ataque.

En medio de las investigaciones que se están llevando a cabo, las autoridades revelaron recientemente que la hija mayor del pastor, Ángela Lora, recibió varias amenazas por medio de llamadas desde una cárcel antes de la masacre.

Según dio a conocer El Tiempo, una prestamista local identificada como Zaida Andrea Sánchez Polanco, fue a declarar en la estación de Policía tras el asesinato de la familia Lora, y aunque sus declaraciones se mantienen reservadas, la investigación de las autoridades indicó que los sicarios al parecer confundieron a Ángela con Zaida por su vestimenta parecida el día de los hechos.

Además, se estableció que el incidente también estaría relacionado con la muerte de Alexánder González Pérez, pareja de la prestamista Zaida Andrea Sánchez Polanco, quien fue encontrado muerto dos días antes de la masacre.

Sin embargo, teniendo en cuenta las amenazas recibidas, no se descarta la posibilidad de que la familia haya sido víctima de extorsiones, incluyendo llamadas desde una cárcel y seguimientos a su labor con la iglesia Príncipe de Paz, parte del Concilio Iglesias Bíblicas Misioneras, de acuerdo con el impreso.

Sobre los autores del crimen, las autoridades informaron hace un par de días que lograron identificar a los presuntos homicidas, gracias a las huellas dactilares halladas en unas motos abandonadas.

De acuerdo a lo informado por el subdirector encargado de la Policía Nacional, el general José Luis Ramírez, tras el hallazgo de dos motocicletas que habrían sido utilizadas para cometer la masacre en el municipio de Aguachica, abandonadas en la zona rural de Riohacha, La Guajira, las identidades de los homicidas han sido confirmadas tras un exhaustivo cotejo de huellas.