Por: Christopher Ramírez • Colombia.com

Armenia: 20 años del terremoto en el Eje Cafetero

El 25 de enero de 1999, el Eje Cafetero fue testigo de una de las catástrofes naturales más importantes en la historia de Colombia. 

Más de mil fallecidos dejó el fatídico hecho. Foto: Twitter
Más de mil fallecidos dejó el fatídico hecho. Foto: Twitter

El 25 de enero de 1999, el Eje Cafetero fue testigo de una de las catástrofes naturales más importantes en la historia de Colombia. 

En los últimos 40 años, Colombia ha sido víctima de grandes catástrofes naturales que han enlutado a los ciudadanos de este país, debido a la magnitud de víctimas mortales que han dejado. Avalanchas como la de Mocoa (2017) y Armero (1985), las cuales dejaron una cifra de muertos de casi 24.000 personas, entre ambas tragedias, son algunas de las más recordadas.

Ahora bien, nuestro país no solo ha sido testigo del sufrimiento causado por volcanes y por la fuerza desmedida del agua, sino también por terremotos. Por ejemplo, el ocurrido en el Eje Cafetero, un día como hoy, en 1999, es decir, hace 20 años.

En lo que se ha catalogado como el movimiento telúrico más devastador de la historia colombiana, se perdieron la vida de más de mil personas, en los 28 segundos que duró el sismo en la región. Aunque, según El Espectador, cerca de 28 regiones de este eje resultaron afectadas, fue Armenia (capital del departamento de Quindío), la ciudad que más daños sufrió. “Cerca del 75% de la población de Armenia resultó damnificada y cerca de 95 mil casas resultaron averiadas y otras destruidas”, explica la publicación.

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Una “corta” tragedia

El 25 de enero de 1999 todo parecía tranquilo. Era un lunes normal: los niños, quienes ya habían empezado sus clases, se disponían a guardar sus libros en las maletas y prepararse para la hora de salida; hombres y mujeres se encontraban en sus trabajos, algunos retomando sus actividades, mientras que otros aún disfrutaban de sus almuerzos. Cuando los relojes marcaron la 1:00 p.m., todo parecía tranquilo, un día más de vida para algunos, pero el último para otros.

1:10 p.m.: nada fuera de lo normal; la tragedia llegaría 9 minutos después. A la 1:19 p.m. un terremoto de magnitud 6,4 grados en la escala de Richter brotó de la Tierra y en menos de 30 segundos, la convirtió en un infierno total.

“Habíamos acabado de almorzar y estábamos en el segundo piso; escuché el timbre, bajé, me asomé por la ventana y vi que eran dos niños vendiendo fresas. Ahí fue que todo se vino encima”, relató una de las sobrevivientes.

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Los armenios no entendían lo que sucedía. De un momento a otro pasaron de la tranquilidad al llanto y la desesperación. Muchos de ellos, ese día dieron un último beso, un último saludo y, la mayoría, un último adiós.

En medio de las tejas y paredes caídas se veían los cuerpos sin vida de hermanos, padres, madres y vecinos que dolían más a los sobrevivientes que a los mismos fallecidos.

Con todo esto, el planeta no sintió empatía alguna por las víctimas y, a las 5:40 p.m., decidió volver a estremecerse. Un movimiento de 5,4 grados acrecentó la cifra de muertos en Armenia. “Ese movimiento hizo que se cayeran otras casas. Mucha gente murió en ese segundo temblor porque habían regresado por sus cosas”, dijo Sandra Milena, en conversación con El Tiempo. Esta mujer, junto con su hermana, son unas de las afortunadas personas que lograron salvaguardar su vida de este terremoto.

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En total, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el terremoto dejó 1.171 personas muertas y 4.765 heridos. De estos, 800 fallecidos y 2.300 lesionados fueron en Armenia.

En cuanto a daños materiales, esta comisión de la ONU informó que 45.019 edificaciones sufrieron daños, total o parcialmente, en toda la región, es decir, cerca de 2.7 billones de pesos.

Como el Fénix

No obstante, la ‘berraquera paisa’ no abandonó a los sobrevivientes de esta catástrofe, por el contrario, fue la herramienta más importante para levantarse de las ruinas.

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Gracias a la ayuda de programas ejecutados por el Gobierno Nacional, como el Fondo de Reconstrucción y el Desarrollo Social del Eje Cafetero (Forec), esta zona del país resurgió de las cenizas con un territorio mucho más ordenado y moderno.

“Para la reconstrucción de los municipios afectados, el gobierno destinó una suma cercana a los 1,6 billones de pesos”, señaló la Radio Nacional de Colombia en un especial que realizó.

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Asimismo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) explicó que “las viviendas de unas 130.000 familias han sido reparadas o reconstruidas. Se han edificado 16.700 nuevas viviendas para familias previamente arrendatarias en áreas de alto riesgo sísmico”. Esto quiere decir que, además de reconstruir Armenia, bajo un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que se tenía listo un año antes del sismo, los pobladores más pobres pudieron obtener beneficios tales como una casa propia y la tranquilidad de vivir lejos de una zona en la que pudiesen repetir su dolor.

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“Aunque la meta oficial era sólo reconstruir la infraestructura dañada o destruida por los sismos, en algunos casos la región quedó mejor después del terremoto que antes. Los 300.000 habitantes de Armenia que vieron cómo el sismo destruía el 60 por ciento de su ciudad, disfrutan hoy de un nuevo aeropuerto, una nueva comisaría, un nuevo centro administrativo y nuevos hoteles”, concluyó el BID.