Por: Alejandro Poveda • Colombia.com

Opinión: Colombia, entre los escándalos y la eterna resignación

Nuestro país parece tener la fórmula para convivir con todos los males posibles.

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Escándalos en Colombia. Foto: Twitter @katy_666/@Eclides3
Escándalos en Colombia. Foto: Twitter @katy_666/@Eclides3

Nuestro país parece tener la fórmula para convivir con todos los males posibles.

Las ideas y opiniones expresadas en esta publicación son las del autor y no necesariamente reflejan la opinión ni posición de Colombia.com

Yo, como buen colombiano, tengo la completa seguridad de que nuestro país es uno de los mejores ‘vivideros’ del mundo. La riqueza natural, cultural, económica y humana que se encuentra en todos y cada uno de los 32 departamentos que conforman la nación son una verdadera maravilla. Sin embargo, ya no puedo negar que vivimos de escándalo en escándalo en una especie de eterna resignación.

Algunos de ellos resultan risibles. Los ridículos que cometen los miembros del Gobierno cabrían en esta categoría. Iván Duque, nuestro presidente, como cabeza de Estado, se esmera diariamente por aparecer en ella. Entre sus lapsus linguae, sus tarjeticas verdes y rojas y sus cachetitos rechonchos, día a día más colorados, hacen del día a día una comedia que ni los medios ni las redes desaprovechan. De sus decisiones ni hablar.

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Luego están los escándalos que indignan, como la corrupción, ese mal omnipotente que se devora todo. Diariamente se conocen nuevos casos que demuestran que en el territorio nacional no hay recurso que esté a salvo. Sobornos (Odebrecht), sobrecostos (mercados para la pandemia), desfalcos (Bioenergy) y muchos otros modos de robo son el pan diario de los colombianos, que ya ni nos asombramos de ello. Lo normalizamos.

Los escándalos repudiables, los peores, esos que atentan contra los derechos humanos, no podrían faltar en nuestra realidad. No los enumero por ser temas sensibles, pero de ellos son víctimas en mayor medida nuestros niños y nuestras mujeres. Sin ir muy lejos, y con solo decir ‘menor indígena’ y ‘Ejercito Nacional’, los lectores comprenderán. Más lamentable aún es cuando se juzga y se responsabiliza a la víctima. “De seguro, esos muchachos no estaban recogiendo café”,Ella se lo habrá buscado” o “Por algo habrá sido”, son solo algunas de las frases que mejor ejemplifican esta mala costumbre.

@MabelLaraNews

No entiendo: siete integr...

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Luego están los escándalos de la justicia, que parece ser más benevolente con los pícaros de corbata y costumbre que con los pobres de ocasión. Rebajas de pena por lado y lado, buenos tratos, buena comida, en algunos casos con lujos en prisión o con condena domiciliaria para mayor satisfacción. ¿Cómo no van a robar y cómo no van a recomendar tal práctica si con pagar 6 años de irrisoria condena y sin devolver un solo peso tienen la vida asegurada para ellos y su deshonesta prole? 

Lo más curioso de todo esto es que para nosotros los colombianos todo funciona así, mal. Sospechamos que nos roban, confirmamos que lo hacen y en ocasiones hasta justificamos que lo hagan. La corrupción, enquistada en un Estado que tendría que rehacerse para purificarse, y los atentados contra la dignidad humana que se registran en nuestro país, han traído consigo un remedio para su mal, la eterna resignación que junto a su dosis diaria de ‘mala memoria’ nos preparan cada semana para una nueva desazón. ¿Qué nos deparará julio?