Opinión: La reprochable manipulación de Claudia López a las víctimas de las protestas

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El acto de perdón y reconciliación adelantado el pasado 13 de septiembre por la Alcaldía de Bogotá se configuró al final de su jornada como un choque de popularidad en el que las víctimas de los desmanes fueron usados como el 'indicador' nuevamente vulnerado.

La ‘jugarreta’ de Claudia López para alzarse nuevamente sobre el presidente Iván Duque usando su inasistencia como excusa, permite una vez más cuestionar los métodos de la exsenadora en búsqueda de pavimentar su carrera para la Presidencia. Aunque claramente ella no es culpable de la ausencia del mandatario, su responsabilidad recae en el uso indebido de la oportunidad para crear otra crisis mediática  en contra de la Presidencia sin tener consideración de las víctimas, quienes eran el verdadero foco del acto.

Y es que el espectáculo generado en torno a la ‘silla vacía’ de Duque fue un claro y solapado ataque de López en búsqueda de ganar indulgencias mediante rezos ajenos.

Los organizadores del evento sabían que Duque no iba asistir. Sus dos emisarios, el alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, y la concejera Presidencial, Nancy Patricia Gutiérrez, eran muestra de ello. Pero la administración distrital, en un conveniente descuido, convirtió el hecho en una oportunidad para lucirse a costa del mandatario y ganar así una mejor percepción ante una ciudadanía que clama reconciliación y justicia efectiva contra los claros abusos policiales.

Ahora, esto no quiere plantear a Iván Duque como una víctima de los planes de López, porque eso también sería erróneo. Lo que busca establecer esta discusión es que los métodos de Claudia López en camino a la Presidencia pueden ser peligrosos y poco éticos porque están pasando de los roces administrativos a la instrumentalización del dolor ajeno.

Preocupa aún más que Claudia López, a pesar de las disculpas públicas que ha ofrecido, no se comprometa realmente a asumir su responsabilidad en el desorden que se generó tras la muerte de Javier Ordoñez y en el que ella falló al no decretar toque de queda. Por su afán de quedar bien ante los votantes y alejarse del sombrío legado de Peñalosa, permitió que personas que nada tenían que ver con las manifestaciones también fueran víctimas de los atropellos de la Policía, en un claro ejemplo de que los abusos no solo son para quien exige sus derechos sino para cualquiera que se ponga a su paso.

La responsabilidad de Claudia López, más allá de salir ante los medios a decir lo que los bogotanos quieren escuchar, está en perseverar para que la Policía tenga un cambio de fondo en el que ella, como verdadera comandante en jefe, sea garante efectiva y no solo la política que sale a quedar bien ante los medios, señalando culpas ajenas y ‘lloriqueando’, de alguna manera, porque no le hacen caso.