Armero 30 años de una catástrofe que borró a un pueblo

A pesar de que han pasado 30 años de la tragedia ambiental más fuerte para Colombia, todavía quedan víctimas y también recuerdos. 

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A pesar de que han pasado 30 años de la tragedia ambiental más fuerte para Colombia, todavía quedan víctimas y también recuerdos. 

El Volcán Nevado del Ruiz, llevaba cerca de 69 años de inactividad, pero el 13 de noviembre de 1985 su furia se abalanzó afectando a los departamentos de Caldas y Tolima.

A pesar de que el Gobierno había recibido advertencias por organismos vulcanológicos, Armero el cual era la tercera población más grande del departamento de Tolima, después de Ibagué y El Espinal, desapareció en medio del dolor, el lodo y la impotencia, que hoy en día para algunos de los sobrevivientes fue el momento que superó toda ciencia ficción y pasó a ser la más trágico de sus vivencias.

Armero ubicado a 48Km del volcán, producía cerca de una quinta parte del arroz de Colombia, además de algodón, sorgo y café. Sus fértiles tierras eran en gran parte por su cercanía al Nevado del Ruiz, pues el suelo volcánico había estimulado el crecimiento agrícola.

Una tragedia anunciada

Una misión vulcanológica italiana tenía sus ojos puestos en la actividad del volcán y para finales de 1984 empezaron a notar una actividad sísmica fuera de los niveles normales, además de ellos los expertos empezaron a ser testigos de fumarolas y deposición de azufre en la cima del volcán, ellos alertaron de una posible erupción.

Afirmaron que encontraron magma, pero el aviso no fue tomado en cuenta, ellos siguieron con sus estudios sobre en Nevado del Ruiz. Ya para octubre de 1985 la actividad había declinado probablemente porque el magma habría finalizado su ascenso dentro del volcán.

Para el 22 de octubre de 1985, el grupo de expertos de Italia publicaron sus estudios indicando que había una liberación de magma en la superficie y advirtiendo que los alrededores del volcán, supuestamente dormido, estaban en riesgo por una erupción.

El reporte de la misión vulcanológica italiana sugería varias técnicas de preparación. Otro equipo les entregó a las autoridades locales sismógrafos, pero sin darles instrucciones de cómo operarlos.

Para noviembre de 1985 la actividad volcánica se incrementó y el magma se aproximaba a la superficie, los manantiales en las cercanías del volcán se volvieron ricos en magnesio, calcio y potasio, producto de filtraciones de magma. La extensiva desgasificación del magma produjo una altísima presión, lo que finalmente llevó a una erupción explosiva.

Armero había tenido un día calmado con un poco de cenizas, que para el alcalde y las autoridades no representaba mayor riesgo, ese día llovía fuertemente y los rayos no dejaban escuchar a los habitantes lo que el volcán hablaba.

Cerca de las 11:30 de la noche, una enorme corriente de agua se extendió por Armero, lo suficientemente poderosa como para volcar automóviles y arrastrar personas. Se escuchó un fuerte estruendo, pero los habitantes estaban más preocupados por la inundación.

Armero se queda sin luz y en medio de la oscuridad llegó la fuerza de la naturaleza, llegó el primer lahar (fango grueso sale de la matriz de los volcanes) el cual  prácticamente borró a Armero, y se llevó la vida de cerca de 28.700 habitantes, el lodo tenía 30 metros de profundidad y duró de diez a veinte minutos. El segundo lahar duró media hora y fue seguido del tercero que duró cerca de dos horas, el cual iba de 14 a 18 km/h dejando el 85% de Armero sepultado en lodo.

Los sobrevivientes de la furia del Nevado desde entonces no subestiman su poder y cuentan cómo las personas se aferraban de los escombros de sus casas para mantenerse a flote en el barro.

Colombia conmemora no solo 30 años de la tragedia, sino también hace un llamado para que las tragedias que tienen anuncios sean tomados en cuenta, que el Gobierno no subestime a la naturaleza. También para recordar y agradecer el apoyo internacional.

Luego de 30 años Armero es un pueblo que no tiene dueños, algunos han regresado y le reclaman al Gobierno que les devuelvan su lugar, pero La Superintendencia de Notariado y Registro, les exige documentos para avalar la pertenencia. Un pueblo al que todos sus habitantes desean volver, pero que al parecer no tiene dueños.

Durante este fin de semana estará en salas de cine El Valle sin sombras, documental realizado por Rubén Mendoza.

Karen Hernández - Colombia.com