EL VENADO DE ORO

El Venado de Oro - Leyenda

Venado de Oro - Shutterstock

UNA LUZ DE MIL COLORES QUE ANUNCIA EL FIN

Los cerros que circundan a la ciudad de Bogotá pero especialmente aquellos propios de Monserrate, la altura tutelar por excelencia de la capital colombiana, son escenarios propicios para que los caminantes avezados y principiantes realicen largas caminatas recreativas mientras disfrutan con el paisaje de las alturas, pero en medio de una travesía aparecen unos destellos fulgurantes de colores que provienen de alguna parte del cerro y algunos se aprestan a descubrir de dónde surge tal fulgor pero otros prefieren no hacer caso a esas señales porque de seguro no traerán nada bueno.

Las montañas de la sabana de Bogotá tenían una gran población de fauna pero con la llegada de los españoles, esta se diezmó debido a la feroz sed de oro que los europeos traían y que acababa con todo lo que aparecía a su paso.

Los Muiscas, habitantes y dueños de estas tierras fueron aniquilados uno por uno pero el Zipa, gran jefe de la tribu, hizo que uno de sus mejores magos perpetuara en parte la gran bendición que los dioses le dieron a su gente dotándola de belleza natural y le pidió a este que convirtiera uno de los venados silvestres en una obra de oro puro y que la escondiese en lugar que solo los dos conocieron.

Dice la leyenda que solo mago y Zipa sabían del lugar exacto en el que el venado de oro puro fue escondido, muchos creen y creyeron que ese animal áureo fue enterrado y otros que fue puesto en una gruta aún inexplorada, así es que los cazadores de tesoros españoles decidieron ir y encontrar al dorado mamífero sin importar el daño que pudiesen causar a los indígenas en esa misión.

Muchos expedicionarios se aprestaron para salir en la búsqueda del venado de oro pero pocos regresaron y después de un tiempo volvieron totalmente desorientados y sin recordar mucho lo que había pasado, se dice que el Zipa quiso darles una lección a quienes quieren acabar con un pueblo dueño de su tierra, esa fue la forma de enfrentar al invasor que sin respeto de ninguna clase quiere apoderarse de lo que no es suyo.

Con el pasar de los años algunos de los buscadores de tesoros más osados, se lanzaron a la aventura de encontrar el venado de oro y revelarle al mundo que aquello de que su búsqueda traía problemas era una invención y palabrería de gente sin valor. Lo cierto es que unas luces destellantes de mil colores logran no solo encandilar al guaquero sino que lo desorientan y hacen que pierda el rumbo, muchos han encontrado el fin de sus vidas al fondo de precipicios y otros ni siquiera volvieron a dar razón de su existencia.

Cuando algún caminante ve las luces prefiere aligerar su paso dando media vuelta cambiando el rumbo porque las luces de un venado que nadie ha visto pueden cegar la vida de quien cerró los ojos a la realidad, por eso la mejor caminata por los cerros de Monserrate es aquella que con fe conduce a su iglesia, un lugar de paz en medio de la rabia ancestral de una tribu aniquilada.