Andrés Calamaro le sigue echando "leña al fuego" y responde a las críticas tras su concierto en Cali
Andrés Calamaro se defendió tras la polémica por su gesto taurino en tarima. Colombia sigue debatiendo entre la tradición y los nuevos tiempos.

Andrés Calamaro se defendió tras la polémica por su gesto taurino en tarima. Colombia sigue debatiendo entre la tradición y los nuevos tiempos.
La presentación del músico argentino se convirtió en un escenario de tensión donde chocaron dos visiones culturales: la del arte como libertad y la del arte como responsabilidad.
El escenario era la Arena Cañaveralejo de Cali, pero lo que muchos esperaban como un encuentro con la nostalgia musical de Agenda 1999 terminó convirtiéndose en un duelo ideológico entre Andrés Calamaro y parte del público colombiano.
El cantante argentino, fiel defensor de la tauromaquia, provocó una oleada de abucheos al dedicar una canción a los trabajadores del mundo taurino y realizar gestos que evocaban el toreo, justo en una ciudad que se prepara para dejar atrás esas prácticas.
Mientras interpretaba su conocida canción Flaca, Calamaro agitó su chaqueta roja como si se tratara de un capote frente a un toro imaginario. Algunos asistentes, molestos, comenzaron a protestar.
Lo que siguió fue una escena poco habitual: el músico arrojó la chaqueta al suelo, dejó el micrófono y abandonó el escenario por unos minutos. Al volver, lanzó una frase tajante:
“Están cancelados y bloqueados. Hasta nunca”.
Aunque en redes aseguró haber interpretado las 22 canciones del repertorio, el gesto fue leído como una salida en falso, especialmente porque coincide con un momento legislativo clave para Colombia: el reciente proyecto de ley que prohíbe las corridas de toros fue aprobado por la Cámara de Representantes y entrará en vigor en 2028. La decisión ha sido celebrada por sectores animalistas y cuestionada por defensores de la tauromaquia.
La música en medio de la arena: el arte y sus límites
En su publicación posterior, Calamaro no se retractó de lo ocurrido en Cali. Más bien, reafirmó su postura con argumentos que vinculan la tauromaquia con la tradición, la libertad y el trabajo digno. Llamó “ignorancia adolescente” a la prohibición, y aseguró que “Colombia es taurina como es musical”.
Sus palabras encendieron aún más el debate: ¿debe un artista internacional ajustarse al contexto cultural del país anfitrión o defender sin filtros su visión del mundo? ¿Dónde termina la libertad artística y empieza el respeto por los valores sociales del lugar que lo acoge?
El episodio de Cali no es solo una anécdota más de una gira. Revela las fracturas culturales que aún atraviesan a Colombia, una nación donde el alma artística y el debate ético comparten la misma tarima. La polémica no se detiene y seguirá por días en redes