El día que Maradona se inventó un partido en el barro para ayudar a un niño

Cuando Diego Armando Maradona llegó a Nápoles no prometió que serían el club más grande de Europa, ni tampoco el que mejor fútbol jugaría, él solo quería convertirse en el ídolo de los niños de la ciudad, especialmente de los más pobres.

Muchos creyeron que al argentino se le estaban cruzando las palabras propias de los políticos con las de un jugador de fútbol con una fama que cada día crecía, pero no era así, Diego Maradona hablaba en serio, él quería que los chicos vieran en él a un ejemplo futbolístico para emular, de la misma forma como él soñaba en un potrero jugar como Ricardo Bochini, “el bocha”, el más grande en la historia del Independiente, el rojo de Avellaneda.

Apenas se encontraba adaptándose a la ciudad y al club cuando llegó a oídos de Diego Maradona que un hombre de la vecina ciudad de Acerra, pidió a la dirigencia del Napoli una ayuda para su hijo que necesitaba una costosa operación para poder continuar viviendo, los directivos del club negaron de inmediato esta petición, pero el astro decidió apersonarse de la situación y solicitar a los mismos directivos y a la UEFA un permiso para realizar un partido amistoso que recaudara fondos para la operación del pequeño.

Tanto el club como la Asociación europea de fútbol se negaron, así es que Diego Maradona decidió entregarle a la familia 15 millones de liras, de los 20 millones que costaba la operación y el resto se obtendría de un partido amistoso disputado muy cerca, prácticamente en la esquina de la casa del niño.

Diego comenzó a mostrarse como un rebelde y como auténtico ídolo de niños y de napolitanos de todas las edades, la dirigencia napolitana no quería que se expusiera en una cancha de barrio, porque el equipo y sus dueños nunca habían pagado tanto dinero por un jugador y no querían que su inversión se echara a perder.

La hora del partido llegó y en una cancha de barrio de Acerra, que realmente era una cancha de barro, porque había llovido antes, Maradona y sus compañeros del Napoli se presentaron ante un combinado local ante la presencia de 10 mil espectadores que ocuparon la pequeña grada y se amontonaron en los alrededores del estadio y especialmente ante un nutrido grupo de fotógrafos que quisieron documentar el acontecimiento.

Esa tarde fría, Maradona marcó dos goles, uno de ellos al mejor estilo suyo, dejando desparramados en el suelo a sus rivales, para descontar finalmente al arquero y marcar a puerta vacía. El marcador fue lo de menos, lo importante fue que se logró realizar la operación del niño, y con ese acto, Diego Maradona comenzó a labrar no una imagen de ídolo sino la propia de un Dios.