La 'fiebre amarilla' invade Cuiabá

La 'fiebre amarilla' se instaló definitivamente en Cuiabá, colombianos ataviados con camisetas de ese color que rivalizaron con los seguidores nipones que confían aún en que su selección alcance los octavos de final y prosiga en Brasil 2014.   

La 'fiebre amarilla' se instaló definitivamente en Cuiabá, colombianos ataviados con camisetas de ese color que rivalizaron con los seguidores nipones que confían aún en que su selección alcance los octavos de final y prosiga en Brasil 2014.   

No hubo dudas. Colombia inundó las calles de la sede más pequeña del torneo. Una ciudad de no más de 600.000 habitantes sobresaltada por el Mundial.

Casi todos visten de amarillo ahora en Cuiabá, que el lunes ya decidió identificarse, antes que nada, con los colores de su selección, Brasil, que acabó por golear a Camerún.

Viandantes, taxistas y empleados de comercios lucieron la elástica de la canarinha. Un objeto expuesto en todas partes. Fácil de adquirir. Y casi a cualquier precio.

Sin embargo, el colorido con el que se empleó la inagotable 'torcida' fue secundada, e incluso abrumada en las últimas horas, por la marea amarilla de Colombia. Casi todo era de ese color en Cuiabá horas antes del choque frente a Japón, que también encontró respuesta en aficionados. Azul, como dicta la indumentaria nipona. El único discordante en un ambiente con claro aspecto cafetero.

Los cerca de 30.000 colombianos que han llegado poco a poco a la "ciudad verde" se encontraron como en casa. Fuerte calor y alta humedad. Parecido al de Barranquilla. No habrá gran problema de adaptación para el grupo de José Pekerman ni sus seguidores. Estarán como en casa.

Los seguidores de Colombia han invadido la capital del Mato Grosso. En las últimas horas aterrizaban en su aeropuerto aviones, cada diez minutos, plagados de hinchas de amarillo. No se sabe cuantos podrán entrar al Arena Pantanal, con capacidad para poco más de 40.000, y cuantos quedarán en los alrededores del recinto sin una localidad.

No hay alojamiento en esta ciudad situada en el centro geográfico de Sudamérica. La escasa oferta ha desbordado las previsiones. Y los dueños de los recintos hotelero han triplicado los precios. No se verán en otra. Ha sido igual. Los fans de Colombia han pagado lo que fuera.

Poco más que ver en Cuiabá, una localidad poco preparada para eventos como este, que posee, eso sí, uno de los paisajes más atractivos para los turistas: la Chapada dos Guimaraes. Una meseta cuyas elevaciones hacen que la ciudad sea la más calurosa de todas las que son capitales de estado en Brasil y que parece como gran atractivo en los folletos promocionales de los hoteles.

Colombia dio colorido a la ciudad, tomada también por japoneses contagiados del desparpajo y la alegría sudamericana. El buen ambiente entre ambas aficiones marcó las horas previas al choque. Fue habitual ver intercambio de fotos, de sonrisas y de recuerdos entre las dos aficiones amarillas.

Después el balón echará a rodar y cada una irá a su aire. Colombia para reafirmar el buen momento de su equipo y el estado de euforia que ha invadido a todo un país y Japón para obrar el milagro y llegar a tiempo a la segunda fase del Mundial, que no tiene en la mano a pesar de salir airoso del duelo.

Después Colombia regresará a Cotía, el municipio cercano a Sao Paulo, donde ha instalado su cuartel general, a la espera de la siguiente cita, en Río o en Recife, que se plagará, igual, de la fiebre amarilla que ha invadido de su color el presente Mundial. EFE