Por: Alexandra Mendez • Colombia.com

Síndrome de fatiga crónica por COVID-19: ¿cuáles son sus síntomas?

Según cifras oficiales, entre el 2 y el 6% de la población de países desarrollados sufren el síndrome de fatiga crónica.

Síndrome de fatiga crónica: ¿una consecuencia del COVID-19?. Foto: Shutterstock
Síndrome de fatiga crónica: ¿una consecuencia del COVID-19?. Foto: Shutterstock

Según cifras oficiales, entre el 2 y el 6% de la población de países desarrollados sufren el síndrome de fatiga crónica.

El síndrome de fatiga crónica es definido por la biblioteca de medicina de Estados Unidos Medline Plus como “una enfermedad grave y de larga duración que afecta a muchos sistemas del cuerpo”. 

Esta patología, también conocida como encefalomielitis miálgica, puede afectar el desarrollo de las actividades cotidianas, pues quien la padece incluso aveces ni siquiera puede salir de la cama. 

Expertos del manual de medicina MSD explican que este síndrome de cansancio es inexplicable y suele tener un tiempo de duración superior a los seis meses. Viene acompañado de una serie de síntomas que pueden incluir:

  • Fatiga severa que no mejora con el descanso
  • Problemas para dormir
  • Malestar o fatiga post-esfuerzo, donde sus síntomas empeoran después de cualquier actividad física o mental
  • Problemas con pensar y concentrarse
  • Dolor
  • Mareos

“Aunque hasta el 25% de las personas en los Estados Unidos informan sentirse crónicamente cansadas, solo el 0,5% de ellas cumplen con los criterios para tener síndrome de fatiga crónica”, indican los especialistas. 

Las causas de esta enfermedad son aun desconocidas. Se cree que puede haber más de una causa y es posible que dos o más desencadenantes trabajen juntos para causar la enfermedad. De hecho, algunas personas que se han recuperado del COVID-19 han presentado sintomatología.

“Algunas personas que se han recuperado de la infección por COVID-19 se han convertido en "portadores prolongados" con síntomas persistentes. Algunos de estos síntomas son el resultado del daño de los órganos por la infección y/o el tratamiento, y otros pueden deberse al trastorno de estrés postraumático (TEPT)”, señala el manual MSD.

Por otra parte, se ha identificado que los familiares de los pacientes con síndrome de fatiga crónica tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, lo que sugiere un componente genético o una exposición ambiental en común. “Estudios recientes han identificado algunos marcadores genéticos que pueden predisponer al síndrome de fatiga crónica”. 

Aunque actualmente no existe un tratamiento específico para este síndrome, los especialistas pueden recomendar algunos tratamientos para mitigar los síntomas. La primera recomendación de los expertos es “aceptar su discapacidad y adaptar su vida a la misma, centrándose en lo que todavía pueden hacer en lugar de lamentar lo que no pueden hacer”.

Por otra parte, dependiendo del caso, se puede poner en práctica la terapia cognitivo-conductual, realizar algunos ejercicios físicos limitados y el uso de medicamentos para la depresión, el sueño o dolor. “Los tratamientos no probados o refutados, como antivirales, inmunosupresores, dietas de eliminación y extracciones de amalgama, deben evitarse”.