Los Billis: la pandilla bogotana de ´niños bien´ que se convirtió en una temida agrupación
En los años 80 la pandilla de Los Billis sembraba el terror en el norte bogotano. Eran ´niños bien´, pero terminaron convertidos en el terror de muchos.
En los años 80 la pandilla de Los Billis sembraba el terror en el norte bogotano. Eran ´niños bien´, pero terminaron convertidos en el terror de muchos.
Cuando se escucha hablar de ´Los Billis´ los abuelos corregirán diciendo que se pronuncia ´La Billos´, pero en esta historia, a pesar de que la música juega un papel importante, no se trata de la sexagenaria orquesta venezolana que se nutría de ritmos e intérpretes colombianos, sino de una pandilla que marcó una época en la ya prolongada historia de violencia de nuestro país.
Moda y estilo único
Los Bee Gees, legendaria agrupación inglesa cuyos integrantes eran hermanos, fijaron un estilo único y difícil, realmente, muy difícil de imitar, por eso cuando se habla de ellos vienen a la mente y a los oídos una moda singular, unas voces inimitables y el baile, ese mismo que ha mantenido a la nación del sagrado corazón al son de la violencia y la intimidación.
Esta pandilla bogotana adoptó el nombre de los Bee Gees porque sus ´pintas´ y peinados, eran para algunos vecinos, los mismos de los integrantes de la banda inmortalizada en ´Fiebre de sábado en la noche´, la película que lanzó al firmamento a John Travolta.
Muy lejos del Reino Unido, pero con familias que podrían costearse sin problemas un viaje hasta las tierras de la bandera cruzada, la Reina Isabel, sus soldados inamobibles y los Rolls Royce, nacieron en Bogotá ´Los billis´, así como suena, y, aunque en un principio el nombre hacía parte de la ´bacanería´ por lo fresco y ´cool´, llegó un momento en que solo mencionarlo producía temor.
Era 1984, como siempre un año convulsionado en la historia colombiana, y en los barrios Santa Bárbara y otros aledaños a Unicentro, el primer gran centro comercial construido en la capital de la República, un grupo de ´niños bien´ se reunía para pasar el rato, pero al poco tiempo dejaron de ser un simple grupo de vecinos y se convirtieron en una pandilla muy recordada.
Los niños bien querían ser rebeldes y comenzaron a atemorizar y a corretear a otros muchachos en Unicentro, las peleas se volvieron constantes en el interior del centro comercial y se trasladaron a las calles y parques aledaños.
El baile y la pelea
Los Billis gustaban de la música y la moda, por eso impusieron un estilo que otros querían imitar, en fiestas y minitecas hicieron gala hasta el cansancio de su habilidad para bailar, pero como siempre, no faltaban las peleas, algunas se volvieron muy violentas y no solo dejaban raspones, moretones y huesos rotos, sino lesiones serias.
Consumo de drogas
Algunos de los miembros de esta banda consumían drogas, pero el tráfico de estas llegó hasta el singular grupo, y ahí fue Troya, porque dejaron de ser una pandillita de niños bien, para convertirse en una agrupación delictiva, aunque algunos todavía la recuerdan en tono romántico como una cofradía que se inició con el robo de una pequeña droguería.
Felipe Mercado, un hombre que hizo parte de la pandilla y que escribió el libro “Se llamaban los Billis de Unicentro”, describe en letras y en entrevistas a medios como Canal Capital y El Tiempo, que la pandilla atemorizaba a los habitantes del norte de Bogotá y llegó a tener 500 integrantes, los cuales estaban dedicados a distribuir drogas para algún narco.
Los líderes de la banda eran el negro Tadeo, un hombre nacido en Cali y criado en Bogotá, él era la figura del grupo, se destacaba por ser el mejor bailarín y también el mejor peleador.
Esteban Araque era otro de las cabezas visibles de la pandilla, era buen peleador y consumidor de droga, también estaban Ike Cavanzo, ´Rocky’ y ´El Chamo´, otros miembros eran amigos del negro Tadeo y vivían en diferentes sectores de la ciudad como Chapinero, Restrepo y Santa Isabel, pero resultaban vitales para las peleas y los diferentes ´negocios´.
Los Billis podrían tener lo que quisieran, porque desde antes de ser pandilla gozaban de la moda, motos, carros y todo el licor y la droga, pero estar en una pandilla de respeto los hizo sentir grandes, su osadía fue tan grande que se midieron varias veces contra pandillas del sur de la ciudad, supuestamente las más aterradoras.
Varios de los integrantes cayeron en las garras de la droga y se dice que terminaron sus días en la tristemente célebre Calle del Cartucho en el centro de Bogotá, otros fueron asesinados en peleas y en retaliaciones, mientras que algunos como ´Ike Cavanzo´ fueron sacados del país por sus familias para evitar que terminara en la cárcel o muerto.
La hegemonía de Los Billis no duró mucho, pero hizo el suficiente ruido para inmortalizarse en la historia de la Bogotá de los años ochentas y ahora muchos que tuvieron la experiencia de ser ´billis´, recuerdan una época bonita, nostálgica y, aunque con excesos, muy diferente a la de ahora.
El negro Tadeo fue asesinado en 1987 mientras tomaba un taxi, dicen que pudo ser la policía, otros afirman que fueron bandas enemigas, pero el verdadero final de la banda llegó en 1990 con la muerte de Esteban Araque, que, junto con Tadeo, eran los más bravos para pelear de todo ese gran combo, pero no invencibles.