Armero sigue buscando a sus hijos 30 años después
El alud que hace treinta años borró del mapa a Armero causó otras víctimas: los centenares de niños separados de sus familias y entregados en adopción y cuyos padres ahora buscan su pista en vídeos y fotos de la época.

El alud que hace treinta años borró del mapa a Armero causó otras víctimas: los centenares de niños separados de sus familias y entregados en adopción y cuyos padres ahora buscan su pista en vídeos y fotos de la época.
La historia ha permanecido, paradójicamente, enterrada durante décadas pese a que la imagen icónica de la tragedia tenía el rostro de una niña, Omayra Sánchez, que permaneció sepultada durante días en el lodo ante los ojos del mundo que miraban atónitos su agonía.
En medio del caos por la avalancha que el 13 de noviembre de 1985 dejó unos 25.000 muertos y miles de heridos que luchaban por sobrevivir en un mar de lodo, muchos niños fueron separados de sus padres, que nunca más volvieron a verlos.
Y antes de empezar su camino ya logró el primer éxito al reencontrar a un niño perdido de Bogotá, adoptado por holandeses, que figuraba en los registros como uno de los menores salvados de la catástrofe de Armero.
"Imagínate lo que viene a demostrar eso", destacó González.
La cabeza visible del proyecto trabaja a destajo para seguir sacando casos y en su despacho se acumulan vídeos de niños grabados tras la tragedia.
En ellos González ha recopilado concienzudamente los testimonios gráficos que pueden demostrar que los niños fueron arrebatados a sus familias para darlos en adopción.
Para este armerita, los niños fueron raptados por mafias organizadas, "personas inescrupulosas que siempre andan en la búsqueda" de menores, así como "de, extranjeros que de buena fe se encariñan con un niño, se lo llevan y no dicen nada" o "colombianos de buena o mala fe".
"Otra parte de la culpa es del Estado que no tuvo realmente un control y entregó a niños sin hacerles prueba de ADN", agregó.
Los supervivientes de aquella tragedia perdieron sus documentos en el lodazal en que se convirtió su pueblo, por lo que para reclamar a sus hijos debían presentarse en notarías acompañados de testigos, proceso que dificultó la búsqueda por parte de los padres legítimos y pudo facilitar el trabajo de quienes querían llevarse a los niños. "No es fácil sacar esta angustia y este pesar que llevan (las familias) durante tantos años. Sacar eso de adentro no es fácil", concluyó.
Durante este fin de semana estará en salas de cine El Valle sin sombras, documental realizado por Rubén Mendoza.