Joven monaguillo que fue violado por un sacerdote en Antioquia compartió su testimonio

Un silencioso drama se vive en las iglesias y templos “sagrados” a nivel mundial por cuenta de pedófilos que se hacen pasar por pastores, curas o sacerdotes para abusar de sus víctimas y aprovecharse de la inocencia de los niños. 

En fechas recientes, la revista Semana reveló el duro testimonio de un joven, quien a sus 10 años fue abusado por un sacerdote mientras ejercía su función de monaguillo en una iglesia de Antioquia. 

De acuerdo con lo relatado por el joven, que fue identificado por el medio como Sebastián para proteger su identidad real, un día cuando estaba en la sacristía de la iglesia el padre Julio lo tomó con firmeza, le arrancó la ropa y lo obligó a realizarle sexo oral mientras de fondo escuchaba las palabras bíblicas sobre la Divina Misericordia. 

Al terminar el aberrante acto del cual fueron testigos las estatuas de los santos de la parroquia, el abusador disfrazado de sacerdote le indicó que debía quedarse callado porque si contaba lo sucedido nadie le iba a creer.

Amedrentado por sus palabras, Sebastián guardó silencio en aquel momento con la esperanza de que no volviera a suceder. Por desgracia, sus súplicas no fueron escuchadas y el sacerdote abusó de él en tres oportunidades más.

Uno de los hechos que destaca el joven víctima, es que su abusador siempre tuvo la sotana encima y un crucifijo colgado al cuello, como si de la persona más santa y pura se tratara, pero por detrás estaba el demonio encarnado. 

En una oportunidad, el menor decidió romper el silencio y confesó a la fiscalía los abusos por los que había pasado. “Empujó la puerta del baño, me quitó la ropa, me pidió hacerle sexo oral, me penetró y me amenazó para que no dijera lo que había pasado”, dijo. Relato que fue confirmado por Medicina Legal. 

Pese a que la familia del sacerdote intentó sobornar a los parientes de Sebastian para que guardaran silencio, estos no accedieron. Sin embargo, en la iglesia justificaron las acciones del cura, señalando que el niño “se lo había buscado” y que ellos “no tenían responsabilidad”. 

Como consecuencia del trauma, el joven intentó quitarse la vida en varias oportunidades. “Cuando recordaba todo lo que pasó, me cortaba las venas y terminaba en los hospitales. En total, hay 36 marcas de ese horrible momento”, expresó.

Pese a la gravedad de los abusos, el sacerdote fue privado de la libertad durante tres años únicamente y tras cumplir su condena regresó a la iglesia para seguir en su cargo. Hecho que generó gran indignación en el joven y su familia.

El joven se ha convertido en activista para incentivar a otras víctimas a denunciar. En su camino ha recolectado decenas de relatos escabrosos de jóvenes y niños que han estado en su misma situación.