Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

Un abogado estuvo preso por unos minutos en la cárcel en la que visitaba a su defendido

En un caso de no te puedo creer, un abogado en la cárcel de Bello estuvo detenido por unos minutos porque olvidó sus documentos y fue confundido con uno de los presidiarios.

Por no saber dónde dejó sus papeles, un abogado casi termina en una celda de la cárcel que visitaba. Foto: Pixabay
Por no saber dónde dejó sus papeles, un abogado casi termina en una celda de la cárcel que visitaba. Foto: Pixabay

En un caso de no te puedo creer, un abogado en la cárcel de Bello estuvo detenido por unos minutos porque olvidó sus documentos y fue confundido con uno de los presidiarios.

En una de las comedias más famosas de Latinoamérica uno de sus personajes decía frecuentemente que ‘eso le pasa por no fijarse dónde deja las cosas’, y eso fue justamente lo que tuvo que padecer un abogado en el municipio de Bello, en el departamento de Antioquia, porque un descuido le hizo pasar un muy mal rato.

El hombre de leyes se encontraba en la cárcel del municipio realizando una visita a su defendido para organizar algunos asuntos relacionados con su caso, y cuando se dirigía hacia la salida del centro carcelario, pasó una de las más amargas experiencias de su carrera profesional y de su vida.

El abogado, de quien se ha ocultado su nombre en los medios para evitar que sea presa de comentarios malintencionados, aunque él mismo, y de forma graciosa lo reconoció en su cuenta de twitter, iba rumbo a la salida de la cárcel, pero el dragoneante, el oficial del Inpec encargado de autorizar la salida de visitantes, decidió negársela.

Cuando el abogado anunció su salida le preguntaron sobre su identidad y oficio, entonces el notificó que era el defensor de uno de los hombres recluidos en el penal, así es que le pidieron confirmarlo por medio de sus documentos, entre ellos su tarjeta profesional.

Cuando el jurista quiso tomar la billetera de sus bolsillos se dio cuenta que no estaba, de manera que le dijo al funcionario que, seguramente, la había dejado en el lugar destinado a las visitas y que iría a buscarla, pero esta explicación no logró satisfacer al dragoneante, quien lo sorprendió con una afirmación que dejó al abogado de una sola pieza.

El dragoneante no creyó una sola palabra de lo que el abogado le decía y aseguró que él era uno de los hombres recluidos en el patio 8 del penal de la población perteneciente a la zona metropolitana de Medellín, y pidió que fuese retornado a su celda.

El abogado alegaba que lo estaban confundiendo y durante varios minutos fue tratado como un preso, pero después de que se confirmó que el reo con el que era confundido estaba en su celda, y que su billetera con sus documentos fue encontrada, se le permitió abandonar el establecimiento carcelario.

El abogado sintió durante algunos minutos lo que era ser un preso, pero para su fortuna logró comprobar que era el jurista defensor de uno de los prisioneros del penal, y lo que nunca, pero nunca olvidará de ahora en adelante, son sus papeles, porque como dicen por ahí, somos prisioneros de nuestros errores, y un descuido suyo casi hace que lo encierren.