BOCHICA EL MAESTRO DE LOS MUISCAS

Bochica - Cuítiva

Bochica - Plaza de Cuítiva - Shutterstock

EJEMPLO DE RESPETO Y PAZ

Los Chibchas, familia indígena predominante en la Colombia prehispánica cuenta con una mitología única y tan rica e interesante que cada uno de sus capítulos ofrece una visión fantástica del mundo, una de ellas tiene que ver con los valores y principios inculcados a cada miembro de la tribu; una razón que logró convertir a esta familia en una cultura de grandes avances.

Cada comunidad en la historia de la humanidad cuenta con hombres sabios cuyo espíritu puro educa e inspira y en el caso Chibcha, la figura de Bochica es ejemplo de veneración y creación.

Bochica - Cuítiva

Bochica - Plaza de Cuítiva - Shutterstock

Un buen día en medio de la rutina Chibcha comenzó a caer agua del cielo, al principio era una lluvia tenue que con el paso de las horas se convirtió en una torrencial lluvia que no se detuvo en cuatro noches, entonces los principales líderes se reunieron ante la emergencia y calamidad que el agua ocasionó: los cultivos fueron arrasados y las viviendas estaban bastante deterioradas.

El Zipa era quien comandaba el imperio Chibcha y sus lugartenientes eran los caciques, juntos decidieron acordar una solución y no encontraron otra que recurrir a un anciano forastero que se alojaba en una meseta.

Ese hombre viejo era de elevada estatura, de tes clara y barba muy larga, con esa apariencia y edad sin duda que en su interior se escondía la sabiduría pues se sabía que había enseñado a cultivar la tierra a varios indígenas que tenían pequeños terrenos y numerosas familias.

Los indígenas sabían quién había provocado las terribles lluvias, se trataba de la esposa de Bochica, el anciano extranjero, ella era más joven que él y generó las precipitaciones porque odiaba a los indígenas y no les agradaba que practicaran las buenas enseñanzas impartidas por su esposo.

Como no parecía existir solución a los problemas causados por la lluvia, el Zipa y los caciques fueron a visitar al hombre viejo que en ese momento oraba en el templo sagrado del sol en Sugamuxi. A pesar de que Bochica no entendía por completo la lengua Chibcha, logró hacerse entender hasta con señas y en un momento de la charla se retiró a un lugar tranquilo a orar y meditar, luego de un tiempo regresó al lugar en donde se encontraban los líderes indígenas y les indicó que la solución se encontraba en el sur occidente de la gran sabana de Bogotá.

Un gran grupo de indígenas acompañó a Bochica en una travesía por la sabana y al llegar al lugar en donde las aguas se estacaban furiosamente entre las rocas, los árboles y la vegetación, el sabio maestro tomó su bastón y elevando oraciones al cielo tocó las rocas y estas se abrieron y el agua se filtró violentamente formando una majestuosa e imponente catarata que rugía como una bestia y estaba cubierta de espuma, luego el agua se tornó más calmada y quedó para la admiración de todos un hermoso salto de agua que fue llamado como “El salto del Tequendama”.

Salto del Tequendama

Salto del Tequendama - Shutterstock

Bochica fue un hombre que no solo enseñó a los indígenas a cultivar la tierra sino que los instruyó en la importancia del respeto y de la vida en paz entre ellos y también con otras tribus, luego de que Bochica hizo tan maravillosa obra con su bastón se retiró del lugar y nunca más se volvió a saber de él y de su esposa.

Bochica es la representación de la bondad y el respeto, por eso significa tanto en la mitología Chibcha y debe ser ejemplo en cualquier comunidad.