El año del Bayern

Pep Guardiola apuntala en su despacho de Säbener Straße de Múnich la puesta a punto para el Mundialito de Clubes, el último objetivo del año que acaba para el Bayern. 

El año del Bayern. Foto: EFE
El año del Bayern. Foto: EFE

Pep Guardiola apuntala en su despacho de Säbener Straße de Múnich la puesta a punto para el Mundialito de Clubes, el último objetivo del año que acaba para el Bayern. 

El conjunto alemán coincidirá en Marruecos, en las ciudades de Ajabir o Marrakech, con el Monterrey mexicano, campeón de la Concacaf y el Atlético Mineiro de Brasil, campeón por primera vez en su historia de la Copa Libertadores tras imponerse en una incierta final al Olimpia de Paraguay.

El Guangzhou Evergrande de China, el mejor de Asia, el Al-Ahly de Egipto, campeón de África, el Auckland City, vencedor en Oceanía y el Raja Casablanca de Marruecos completan el cartel 'mundialista'. La corona que determina anualmente al 'mejor equipo del mundo' de cada año.

En Marrakech el Bayern aspira a su tercera corona intercontinental. Logró este éxito en 1976 y el 2001. Ahora, de la mano del técnico español, suspira por un nuevo triunfo. El que subraye la hegemonía muniquesa en un año de ensueño.

Guardiola planifica la nueva misión. La que refrescará la memoria de un equipo que recuperó el poder con una autoridad comparable a la que implantó en la década de los 70, cuando gestó la leyenda de uno de los mejores equipos de la historia abanderado por una generación de ensueño que ahora forma parte de la regencia de la entidad.

Pep Guardiola presume también de dos Mundialitos. Logrados con el mejor Barcelona de todos los tiempos. Más fresco en la memoria y que aún se añora. El entrenador español, sin embargo, contempló en su año sabático, posiblemente desde su retiro en Nueva York, como el Bayern se convertía en el amo del Viejo Continente mientras arruinaba, de paso, al gigante azulgrana que no hacía mucho creó.

La entidad bávara anunció ahora hace casi un año, el 16 de enero pasado, la contratación del técnico de Santpedor. Por entonces, Jupp Heynckes engrasaba la maquinaria bávara que meses después explotó.

El veterano preparador de Mönchengladbach, de 68 años, fue el que devolvió a la cima al Bayern. Tres años después, y con una superioridad llamativa, recuperó el título de la Bundesliga con seis jornadas de antelación. Fue el vigésimo tercer trofeo liguero para el cuadro bávaro que afrontó un mes frenético para imponer su dominio en cada torneo.

El 25 de mayo enterró la leyenda de perdedor de los últimos años para conquistar, en Wembley, la Liga de Campeones ante el Borussia Dortmund, rey del fútbol alemán en los cursos precedentes y al que dos semanas después volvió a superar en la final de la Copa. Heynckes será recordado como el artífice del primer triplete en la historia del fútbol alemán.

Tres derrotas en 53 partidos. 151 goles marcados y solo 33 encajados fue el bagaje de despedida de Heynckes, que se marchó a medio camino del sexteto de triunfos que el Bayern contemplaba como objetivo para la segunda parte del 2013.

Fue entonces cuando arribó Guardiola. Entró en acción el preparador español, el único del mundo que presume de haber logrado con un equipo, el Barcelona, seis títulos en una campaña. Pep, sin embargo, perdió ante el Dortmund la Supercopa alemana. Pero dio al Bayern su primera Supercopa de Europa al ganar al Chelsea de Jose Mourinho el pasado mes de agosto.

Mientras mantiene ese trayecto impecable por el nuevo ejercicio de la Bundesliga, que domina con brutalidad, planea la acometida en Marruecos del quinto título. El del Mundial de Clubes.

Guardiola lleva tiempo interesado por el Atlético Mineiro. Pep se topará con Ronaldinho, líder del sorprendente equipo brasileño. Al que despidió de su proyecto azulgrana y que ha renacido como jugador.

Nada ha sido fácil para la entidad de Belo Horizonte, una revelación inesperada que con su particular lucha ha encontrado la repercusión esperada. Al borde del descenso de la Liga Brasileña en el 2011, la llegada de el "Gaucho" impulsó al Atlético Mineiro, que un año después peleó por un título que solo había hecho suyo en 1971. La única ocasión.

Dirigido por el técnico Cuca, terminó subcampeón en la Liga, por detrás del Fluminense. El salto de calidad llegó a continuación, cuando, por primera vez, consiguió la Copa Libertadores.

El combinado de Belo Horizonte alcanzó el éxito en una final épica ante el Olimpia paraguayo. Una dramática tanda de penaltis definió al campeón sudamericano. El equipo brasileño remontó en el Estadio Independencia los dos goles de renta que trajo de Asunción el Olimpia. Un gol a cuatro minutos del final marcado por Leonardo Sila llevó el partido a la prórroga. Después, los lanzamientos llevaron a la gloria al combinado de Cuca.

Lanús aún saborea la fiesta tras la conquista, horas atrás, de la duodécima edición de la Copa Sudamericana, el segundo título internacional que instala en sus vitrinas. El combinado de Guillermo Barros Schelotto se impuso al Ponte Preta por 2-0 en el choque de vuelta de la final. La ida había de Brasil terminado con empate a un tanto. Los goles del paraguayo Víctor Ayala y de Ismael Blanco subrayaron la condición de dominador del torneo de Argentina, que acumula seis trofeos en la historia de la competición.

El 2013 contempla en su adiós la bienvenida a un nuevo año mundialista. Brasil 2014 espera. Las penurias se aparcan ante el entusiasmo y la pasión. Y el sueño de un país que suspira por escalar a la cima del mundo y enterrar pesadillas del pasado.

Brasil anhela la sexta corona. Recuperar en su casa el poder que se le marchó en Alemania 2006 y en Sudáfrica 2010 y, si es posible, a costa el campeón, España, del que ya dio buena cuenta en la última edición de la Copa Confederaciones.

La selección verde-amarela vivió aquél mes de junio como un ensayo de lo que está por venir y abrumó a España en la final de Maracaná, donde el doblete de Fred y el gol de Neymar elevaron la euforia y la perspectiva del combinado de Luis Felipe Scolari. EFE

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