Falcao y la noche que lo cambió todo: del avión privado a la noticia más dolorosa

Radamel Falcao García es, sin discusión, uno de los futbolistas más importantes en la historia de Colombia. Su nombre está grabado en los libros del fútbol gracias a sus goles y su carácter dentro y fuera de la cancha. Sin embargo, existe un capítulo en su vida deportiva que continúa evocando tristeza cada vez que lo recuerda: la lesión que lo apartó del Mundial de Brasil 2014.

El 22 de enero de ese año, el delantero jugaba con el AS Mónaco un compromiso de la Copa de Francia frente al modesto Chasselay. Todo parecía un partido de trámite, hasta que el defensor Soner Ertek realizó una dura entrada que impactó directamente la rodilla izquierda del colombiano. La caída fue inmediata, las alarmas se encendieron y los exámenes posteriores confirmaron lo temido: rotura del ligamento cruzado anterior.

El propio Falcao relató recientemente, en una conversación con su excompañero Mario Suárez, cómo vivió aquellos instantes de incertidumbre. “El doctor me hizo las pruebas y la rodilla se movía para todos lados. Yo ya sabía lo que había pasado. Esa noche me quebré y no pude aguantar más”, recordó con crudeza.

El golpe fue tan fuerte que el samario pasó de ser la gran figura de la Selección a convertirse en la gran ausencia de la cita orbital. José Néstor Pékerman, técnico de la ‘tricolor’, esperó hasta el último momento con la esperanza de que su recuperación fuera milagrosa, pero finalmente tuvo que dejarlo por fuera de la convocatoria. “Por José, yo hubiera ido al Mundial. Él creyó hasta el último día”, admitió el goleador.

En medio de la frustración, un hecho personal le dio fuerzas para seguir adelante: el nacimiento de su primera hija. “Fue un momento de lucha, de preguntas a Dios. Pero la llegada de mi hija me cambió la perspectiva. Ya no pensaba solo en el fútbol, también en ser padre y en lo humano”, confesó.

Aunque la Selección brilló en Brasil con James Rodríguez como figura, siempre quedó la incógnita de lo que habría pasado con Falcao en el terreno de juego. Para él, aquel episodio representó una batalla interna, pero también un aprendizaje sobre resiliencia y fe. “Dios sabe cómo hace las cosas. Fue duro, pero me enseñó a valorar más lo que tengo”, afirmó.

Hoy, el recuerdo sigue vivo en los hinchas y en la memoria de un jugador que, pese al golpe, se levantó para seguir siendo ejemplo dentro y fuera de las canchas.