Por: EFE • Colombia.com

Migrantes venezolanos se unen para tocar música clásica en las calles de Bogotá

La propuesta es apoyada por estudiantes de música colombianos con quienes crearon la 'Orquesta Sinfónica para promover la integración'. 

Tomás López, María Morales, Ángel García y Erick Sánchez. Foto: EFE
Tomás López, María Morales, Ángel García y Erick Sánchez. Foto: EFE

La propuesta es apoyada por estudiantes de música colombianos con quienes crearon la 'Orquesta Sinfónica para promover la integración'. 

Hace dos años Erick Sánchez, de 24 años, viajó por tierra desde el estado Monagas, en su natal Venezuela, hasta Bogotá acompañado de su mejor amiga: una viola con la que se gana la vida hace 14 años como profesor,  interpretando música clásica.

Llegó a la capital colombiana gracias a que su hermano, que ya trabajaba en una barbería, le financió el costo del boleto de autobús.

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Una vez llegó a Bogotá empezó a vender empanadas y café pese a que hizo parte del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles de Venezuela. Vendía entre 20.000 y 30.000 pesos diarios (entre 5,7 y 8,6 dólares).

Un día, mientras promocionaba sus empanadas, vio que un grupo de compatriotas hacía música en la calle, e imaginó la oportunidad de volver a utilizar su viola.

Así que comenzó a subirse en los vehículos del sistema público de transporte masivo Transmilenio, a tocar su instrumento, mientras conocía a más inmigrantes que como él, dejaron atrás el recuerdo de cientos de presentaciones en los mejores auditorios de la nación petrolera.

Ese es el caso de María Morales, que daba clases de violonchelo en las escuelas, y para quien "ha sido difícil pasar de hacer música de orquesta a interpretar reguetón", género más escuchado actualmente.

 

Vallenato, merengue, salsa y balada también hacen parte del repertorio de la banda que crearon junto a otros cuatro talentosos jóvenes, que ahora se ubican en las esquinas de la zona rosa bogotana con las notas que salen de viola, guitarra, cajón peruano, violonchelo y violín. En los "días buenos" recolectan en promedio unos 80.000 pesos por persona (23 dólares).

Cuando los artistas se enteraron de que en Bogotá estaba el violinista Eduardo Ortiz, quien en Venezuela se desempeñó como director de orquesta sinfónica, renació la esperanza de volver a la música clásica.

"Me encontré con la realidad de los venezolanos que, a pesar de tener el nivel de haber sido músicos principales del maestro Gustavo Dudamel, director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, estaban en la calle y los buses", señaló Ortiz, presidente de la Fundación para la Integración Musical de Colombia.

Omar Quintero y Alexis Velásquez en un autobús de transporte público en Bogotá. Foto: EFE

De inmediato se le "movieron las fibras" y supo que su misión iba a ser "lograr que la música generara una integración social en el mundo".

En cuestión de meses reunió a 120 personas, el 8% de las cuales son de Venezuela, para integrar en Bogotá la Orquesta y el Coro Sinfónico de la Juventud, que el pasado 27 de septiembre tuvo su primera presentación en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, bajo la dirección del maestro y pianista Ricardo Gómez Mijares.

La noche del viernes ese espacio retumbó con la Sinfonía No. 9 en mi menor, Op. 95, también conocida como "Sinfonía del Nuevo Mundo", una de las más conocidas del checo Antonín Dvorak.

Ellos entendieron que esa puesta en escena fue "un engranaje humanitario increíble y lleno de hermandad", como la definió Ortiz, pupilo del célebre y ya fallecido José Antonio Abreu, fundador del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas de Venezuela.

Ahora, el violinista consideró que tras el importante y emotivo paso que dieron lo que sigue para los artistas, que de nuevo salieron a ganarse la vida en las calles bogotanas, es convertir a la orquesta que crearon en la "cúspide musical migratoria de América Latina"

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