Sigue estos tres consejos si el ser madre te tiene exhausta

 Es cierto que el trabajo más difícil es aquel de ser madre: nuestro dolor de brazos al cargar a nuestros hijos, nuestras ojeras y el ocasional dolor de espalda al agacharnos a jugar con ellos.

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 Es cierto que el trabajo más difícil es aquel de ser madre: nuestro dolor de brazos al cargar a nuestros hijos, nuestras ojeras y el ocasional dolor de espalda al agacharnos a jugar con ellos.

No hay forma de negarlo: ser madre es difícil. Casi siempre hablamos de cómo nos mantiene constantemente ocupadas, somos las primeras en levantarnos y las últimas en ir a dormir, fungimos como maestras, cocineras, enfermeras y hasta psicólogas para nuestros hijos. Y aunque los amamos con todo nuestro corazón, llega un momento en donde debemos admitir que nos sentimos exhaustas, emocional y físicamente.

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Esto es especialmente cierto cuando se es madre de niños pequeños, y cuando alguno de ellos aún nos despierta durante la noche. Es en estos momentos cuando pensamos que tal vez no es una terrible idea si nos rendimos, ya que todo esto es demasiado.

Primero quiero decirte que no eres una mala madre por pensar algunas de estas cosas. El punto es que, a pesar que nos queremos rendir, seguimos adelante: seguimos cambiando pañales, dando de comer, cuidándolos de enfermedades y limpiando las lágrimas de sus ojos. Pero es en estos momentos cuando debemos recordarnos que lo que hacemos importa, y vale la pena. A continuación te presento algunas razones por las cuáles es esencial que no desistas.

1. Su amor por ti es puro: Puede que en nuestra inseguridad, dudemos del amor que muchas personas nos tienen, pero jamás podemos dudar del amor que nos tienen nuestros hijos. Aun cuando nos equivocamos, nos perdonan en cinco segundos; cuando nos dicen "te quiero" o "te amo", sabemos que lo dicen desde el fondo de su corazoncito; cuando nos dan un abrazo sabemos que lo hacen con todo el amor que tienen y cada caricia confirma que somos la persona más importante en su mundo.

2. Dejas un legado por generaciones: Darle todo lo que puedes a tus pequeños, no es solo implica brindarles algo valioso a ellos: cuando das amor, por ejemplo, ellos mismos crecen y darán lo mismo a sus hijos. Tu amor por ellos es un legado que se expande a generaciones futuras. Así que, cuando tengas días difíciles, recuerda que tu influencia no se acaba con ellos, sino que continuará con tus nietos y bisnietos, ¡creo que es una buena motivación!

3. Lo bueno crea un gozo inigualable: No cabe duda que hay días complicados, en donde quieres gritar y llorar al mismo tiempo; sin embargo, aunque el grado de frustración es alto, el gozo que experimentas también lo es. Personalmente, siento que no conocía el gozo pleno hasta que me convertí en madre. Existe algo sagrado en el gozo que sus sonrisas traen a tu corazón y algo hermoso en saber que ese gozo solo lo experimentan ustedes y es en verdad inigualable.

Es cierto que el trabajo más difícil es aquel de ser madre: nuestro dolor de brazos al cargar a nuestros hijos, nuestras ojeras por las cientos de horas de sueño perdidas y el ocasional dolor de espalda al agacharnos a jugar en el piso con ellos, son prueba de que les damos todo de nosotras y que tiene su precio. Del mismo modo, el gozo en nuestro corazón es prueba de que no existe trabajo más hermoso y que, aunque estemos exhaustas, no podemos imaginarnos haciendo algo diferente, que valga tanto la pena.

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