Conductor en la ciudad de Ibagué encuentra celular perdido en su taxi y lo devuelve a su dueño

En Colombia se volvió algo común quedarse con lo que no es propio, y no se trata de haberlo robado, sino que se aplica aquello de que “es mío porque me lo encontré”, o “eso se le pasa por no saber dónde deja las cosas”, por eso muchas personas saben que si olvida algún objeto en algún lugar no vale la pena devolverse por él, porque no lo va a encontrar.

El dinero y los teléfonos celulares son objetos que se procuran no olvidar, porque “dura más un merengue en la puerta de una escuela”, pero no todas las personas que olvidan las cosas tienen que resignarse a perderlas, y no se trata de simple suerte, se trata de que aún existen personas honestas que se preocupan por los demás y no se quedan con lo ajeno.

Un hombre en la ciudad de Ibagué, departamento de Tolima, dejó olvidado su teléfono celular dentro de un taxi que había abordado previamente para que lo transportara hasta su casa, al darse cuenta que lo había perdido se estaba resignando a tener que adquirir otro, pero como estos aparatos cada vez son más costosos, el olvido definitivamente le iba a salir muy caro.

En medio de la molestia que implica tener que aceptar a regañadientes que por un descuido se perdió un objeto tan valioso, no solo por el valor económico, sino porque este aparatejo guarda archivos, datos y fotos preciadas, el olvidadizo pasajero vio con sorpresa que junto a su casa se detuvo un taxi, pero pensó que simplemente era un vecino que había regresado a bordo de uno de ellos.

El timbre sonó y se dirigió a la puerta, y cuando la abrió vio con sorpresa que quien estaba allí era el conductor de taxi que lo había transportado la noche anterior, el trabajador del transporte tenía en sus manos el teléfono celular olvidado y se lo entregó al despistado usuario.

Casos como estos no deberían ser noticia, pero lo son, justamente porque hechos como estos no abundan en el país, por tal razón es importante destacar cuando se producen estas buenas acciones, que devuelven la fe en la humanidad porque, aunque no se crea, todavía existe gente buena.

El dueño del teléfono no sabía cómo agradecer el gran gesto del conductor y hasta le ofreció una pequeña recompensa, sin embargo, el taxista no la recibió, porque para él este tipo de cosas se realizan con total desinterés y sin esperar nada a cambio, porque a cualquiera de nosotros nos puede suceder.