Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el hombre que no era un hombre, sino un pueblo

Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el hombre que no era un hombre, sino un pueblo. Jamás Colombia ha tenido un caudillo, y aunque muchos evoquen su figura y su discurso, ‘el negro’, ese ‘indio’ que jugaba tejo y que denunció la orgía de sangre de los poderosos no tiene comparación.

Actualización
Jorge Eliécer Gaitán Ayala murió asesinado el 9 de abril de 1948, ya son 74 años de un permanente 'bogotazo'. Foto: Twitter CensuremeEste
Jorge Eliécer Gaitán Ayala murió asesinado el 9 de abril de 1948, ya son 74 años de un permanente 'bogotazo'. Foto: Twitter CensuremeEste

Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el hombre que no era un hombre, sino un pueblo. Jamás Colombia ha tenido un caudillo, y aunque muchos evoquen su figura y su discurso, ‘el negro’, ese ‘indio’ que jugaba tejo y que denunció la orgía de sangre de los poderosos no tiene comparación.

Cada 9 de abril se ve en los medios remembranzas del llamado ‘Bogotazo’, una jornada de tres días en los que la capital de la República conoció el infierno, cuyas llamas abrazaron la esperanza hasta carbonizarlas.

Los más románticos, que ya cuentan con más de siete décadas encima, soñaron con que esa revuelta realmente sería el inicio de un cambio, pero más que un movimiento popular fue la demencia de un pueblo ‘embrutecido a punta de chicha y aguardiente’ cuyo sístole y diástole estaba determinado por un ondeante trapo rojo o azul.

Un edificio que dejó de existir aquel 9 de abril de 1948, se convirtió en lugar común para los colombianos, y sigue edificado en la memoria y en los libros de historia por su importancia para la ‘gente bien’ de la Bogotá de la época: El Hotel Regina, un asomo de clase y distinción en medio de una ciudad llena de provincianos, analfabetos y patitrrajados.

Quizás algunos enardecidos seguidores de Jorge Eliécer Gaitán Ayala decidieron acabar con esa muestra de oligarquía, pero no contaban con que la edificación que dejó de existir siguió existiendo, muchos catalogaron su quema como la expresión de la brutalidad de la masa, de la gleba insurrecta movida por la muerte de un ‘indio’ como Gaitán Ayala.

“No soy un hombre, soy un pueblo”, esa frase resume quién era Jorge Eliécer Gaitán Ayala, una frase que decidió tomar prestada de ‘Il Duce’, Benito Mussolini, pero que para su época tenía mucha validez, porque jamás un hombre logró reunir en torno a su figura a un pueblo cansado de ser siempre la loza sobre la cual los poderosos zapateaban.

La gleba en la historia se relaciona con aquellos siervos que trabajaban la tierra y que se debatían entre la libertad parcial y la esclavitud total, por eso el bogotano, aunque algunos dicen que nació en Cucunubá, era hijo de campesinos y se convirtió en uno de los mejores alumnos del gran jurista Enrico Ferri; Gaitán Ayala no quiso más ciervos en la sociedad colombiana, y por eso tildaron al ‘negro’ de ser un rojo.

Cuando mataron al ‘negro’ Colombia se tiño de rojo, aunque siempre había tenido ese color, una nueva tonalidad de este invadió la geografía nacional y el panorama que cernía sobre un país era negro, oscuro como la conciencia de quienes han decidido desde siempre ser los dueños de la vida de los nacidos con el tricolor de eterno luto, esos que deciden quién se muere de hambre y quién de un balazo.

Muchos pueden usar la figura de Jorge Eliécer Gaitán Ayala para tratar de comparar su lucha con la del hombre que ‘siempre se untaba de pueblo’, porque pertenecía a él y se enorgullecía de él, ese mismo al que le inventaron un miserable final, una infame pantomima que escondía la verdad de un asunto relevante.

El complot de la CIA y el gobierno colombiano para acabar con cualquier intento de penetración del comunismo en Colombia se disfrazó con un iracundo y celoso hombre que no soportó la idea de que la mujer que amaba cediera a los encantos del ‘tribuno del pueblo’.

Desde aquel 9 de abril de 1948 se comprobó el destino trágico de los colombianos, ese que comenzó cuando los conquistadores sacaron a los indígenas a ‘punta de espejo’ y que no parece cambiar.

Artículos Relacionados

+ Artículos

Lo más leído en Actualidad

Lo más leído en Colombia.com