La violencia se tomó el Paro Nacional de Transportadores en Bogotá
En el sur y norte de la capital colombiana, autoridades y transportadores han protagonizado algunos incidentes violentos en el marco de este paro.

En el sur y norte de la capital colombiana, autoridades y transportadores han protagonizado algunos incidentes violentos en el marco de este paro.
Como ya es usual en Colombia, los paros (sea cual sea la razón) se tornan con hechos violentos que, de una u otra forma, terminan eclipsando las manifestaciones que se realizan en el país.
Es por esto que el paro nacional de transportadores que se viene realizando este lunes 23 de septiembre es solo un ejemplo de cómo la violencia termina prevaleciendo sobre las ideas que llevaron a las movilizaciones, sean justas o no.
Durante las últimas horas, las redes sociales han sido el medio de comunicación para que los ciudadanos compartan la triste realidad que se vive, por ejemplo, en Bogotá, en donde algunas zonas como el municipio de Soacha, Avenida Ciudad de Cali con Suba y Santa Librada se han visto contagiadas por luchas entre la Policía Metropolitana y los manifestantes.
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Asimismo, se han evidenciado los actos vandálicos que se han tenido hacia varios vehículos que decidieron no participar de esta jornada de paro, pues, para los transportistas que están marchando, el hecho de trabajar normalmente representa una “traición” entre los mismos trabajadores de este gremio.
Así, por ejemplo, a la salida de Chía (municipio que limita con Bogotá) se pudieron ver varias filas de buses intermunicipales que fueron detenidos por aquellos personajes que salieron al paro.
“Están orillando las busetas. Si no bajan los pasajeros aquí en Centro Chía, están pinchando los carros. Así que compañeros, colaboren con el paro. ¡Colaboren!”, dijo uno de los manifestantes que pasaba por esta zona del norte de Bogotá.
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Caos en el transporte
Toda esta situación originó que los ciudadanos, sobre todo de zonas como Soacha, Chía y la localidad de Usme, no pudiesen llegar a tiempo a sus sitios de trabajo o estudio.
La escasez de vehículos fue casi completa en estos lugares, lo que obligó a que las personas tuviesen que caminar hasta otros barrios o territorios en los que sí se estuviesen prestando los servicios de transporte público. Incluso, las autoridades debieron pedir la ayuda de varios vehículos particulares que pudiesen transportar a los ciudadanos, al menos, hasta los sitios en que la movilidad era un poco más normal.