Asesinato de Miguel Uribe Turbay: el conmovedor adiós de su padre, Miguel Uribe Londoño

Colombia vive días de profunda tristeza tras el asesinato del senador y candidato presidencial Miguel Uribe Turbay. La despedida en el Congreso ha dejado imágenes que quedarán grabadas en la memoria nacional, especialmente la de su padre, Miguel Uribe Londoño, abrazando el féretro de su hijo por varios minutos, en un gesto que estremeció al país entero.

El magnicidio ocurrido en Bogotá devolvió a la memoria colectiva los años más oscuros de la violencia política. Pero para Miguel Uribe Londoño, la tragedia tiene un dolor adicional: es la segunda vez que la violencia le arrebata a un ser querido.

En 1991, su esposa, la periodista Diana Turbay, murió durante un fallido operativo de rescate tras ser secuestrada por el cartel de Medellín, cuando su hijo apenas tenía cuatro años.

En un video grabado años atrás, Miguel Uribe Londoño relató el momento en que tuvo que contarle a su pequeño que su madre había muerto:

“Tú me mirabas fijamente. Tomé la decisión de que te tenía que contar. Y te dije: hoy es el entierro, ¿quieres venir conmigo? Y me dijiste: ‘Sí’. Te llevaba en mi mano. Y sentía que no podía más, entre cargar el ataúd y cargarte a ti”.

"Soy Miguel Uribe Londoño, papá de Miguel"

Durante los días en que Miguel Uribe Turbay permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos, su padre se aferró a la esperanza. Sin mensajes de odio ni venganza, agradeció las muestras de apoyo:

“Soy Miguel Uribe Londoño, papá de Miguel. En este momento tan difícil, en el que mi hijo Miguel está luchando por su vida, quiero dar las gracias. Gracias a quienes donaron su sangre. Gracias a los millones de colombianos y personas de todo el mundo por sus oraciones”.

Las exequias de Miguel Uribe Turbay se realizarán este miércoles, 13 de agosto, en la Catedral Primada de Bogotá. Miles de ciudadanos han manifestado su pesar y han recordado cómo esta familia ha enfrentado la adversidad con fe y resiliencia.

La historia de Miguel Uribe Londoño es la de un hombre que ha vivido dos tragedias irreparables y que, aun así, ha mantenido un mensaje de unidad y paz. Su imagen, abrazando por última vez a su hijo, es hoy un símbolo del dolor de un país que clama por que la violencia no siga marcando el destino de Colombia.