Afirman que la mujer transgénero asesinada a manos del ejército ya estaba muerta cuando recibió el impacto

El pasado mes de septiembre de 2020, un trágico hecho sucedió en la vía Miranda-Corito: Juliana Giraldo Díaz, una mujer trans de 38 años perdió la vida tras recibir un disparo por parte de un soldado del Ejército en el Cauca. 

El caso conmocionó al país, pues la mujer viajaba junto a su esposo Francisco Larrañaga y dos amigas más, cuando un grupo de soldados los detuvieron y dispararon al vehículo. Una de las balas entró por el parabrisas trasero, pasó cerca de Jorge Ruiz, otro de los ocupantes, e impactó en la cabeza de Juliana.

De acuerdo con el informe de los peritos del CTI de la Fiscalía, el tiro, en efecto, fue “directo y a corta distancia”. Este análisis desvirtuó el primer relato del uniformado implicado, de 19 años de edad, quien aseguró que su disparo golpeó el piso y rebotó contra el vehículo, hiriendo de muerte a Juliana.

El uniformado que está siendo investigado por el asesinato es Cristian Saavedra. A pocos días de iniciar el juicio en su contra, la revista Semana reveló otra de las hipótesis que le daría un vuelco total a la historia de lo que sucedió aquel 24 de septiembre.

Según el relato del soldado, insistiendo en su inocencia, afirma que ella no falleció por los disparos que él hizo, pues ya iba muerta en el carro. El hombre le solicitó a la Fiscalía investigar esta posibilidad a través de un documento.

“Se hace necesario que se investigue si en efecto el señor Carlos Julio Giraldo (Juliana) ya venía muerta, porque constatado por los peritos balísticos de mi defensa era imposible que yo, desde el piso, pudiera efectuar un disparo como el que asegura la Fiscalía que acabó con la vida de la víctima, además, si bien es muy poco probable que un tiro de fusil se fraccione en la forma como sucedió, lo hallado en el cuerpo no obedece a las características de una herida de un disparo de fusil”, dice el texto enviado al fiscal general. 

En dicho documento, el hombre afirma que su vida ha sido tan complicada por las graves acusaciones que hasta tuvo un intento de suicidio frustrado por uno de sus compañeros. “Cuando me incorporé de nuevo me decían los compañeros que yo había matado al pasajero. Me asusté mucho, y al calor de los hechos llegué a creer que eso había sucedido, y tomé la decisión de suicidarme, un compañero lo impidió cuando interpuso su dedo contra el disparador de mi arma y me la quitó”, manifiesta.

Adicionalmente, el hombre acusado reconoce que disparó porque Larrañaga lo arrolló con el vehículo, por lo que él reaccionó disparando a una de las llantas para impedir la fuga y después el esposo de la víctima comenzó a gritar que la habían matado. 

“El conductor Larrañaga Restrepo hizo un amague de abrir la puerta, pero me arrolló con su vehículo, caí al piso, reaccioné accionando mi arma desde el piso, impactando la llanta trasera izquierda, impidiendo la fuga. El conductor se bajó gritando ‘me la mataron, me la mataron’, y no permitió que tocaran a la persona que iba en el asiento del pasajero para que le prestaran los primeros auxilios”, asegura. 

La defensa del soldado afirma que el disparo que recibió Juliana solo pudo hacerlo una persona de pie, por lo que Cristian no pudo ser el asesino. “Revisado lo descubierto por los peritos de la Fiscalía, si Cristian impactó la llanta trasera izquierda del carro desde el piso, era imposible que el disparo ingresara por el panorámico trasero lado derecho, esquina superior, pues no se corresponde con la trayectoria determinada por el balístico de la Sijín”. 

Pese a todos estos argumentos, la Fiscalía no tiene dudas de que Saavedra le quitó la vida a Juliana. A la fecha ya se han recogido muchas pruebas y más de 20 testimonios que lo señalan como único implicado.