Por: Paula Castro • Colombia.com

Las personas que perdieron el olfato ahora son más impulsivas para tomar decisiones, secuelas de la pandemia

Un estudio científico mostró que hay cambios estructurales en el cerebro de las personas que perdieron el olfato en la pandemia de 2020. 

Personas que perdieron el olfato son más impulsivos, según un estudio. Foto: Shutterstock
Personas que perdieron el olfato son más impulsivos, según un estudio. Foto: Shutterstock

Un estudio científico mostró que hay cambios estructurales en el cerebro de las personas que perdieron el olfato en la pandemia de 2020. 

Una nueva investigación de CICS-UDD realizada en 73 adultos que se recuperaban de COVID-19, pudieron demostrar que las personas que perdieron el sentido del olfato durante la pandemia ahora presentan cambios en su comportamiento, su carácter y sobre todo cambios funcionales y estructurales en el cerebro, al parecer ahora son personas más impulsivas, según los resultados se publicaron en la reconocida revista científica, Scientific Reports.

Muchas personas al rededor del mundo presentaron uno de los síntomas más comunes del Covid-19 la perdida del olfato, a pesar de que posteriormente se recuperaba tras unas semanas o meses, las investigaciones han arrojado que hay personas que a pesar de recuperar el olfato relacionan cambios en su carácter, comportamientos y efectos neurológicos y cognitivos.

El estudio desarrollado por investigadores del Laboratorio de Neurociencia Social y Neuromodulación del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la Facultad de Gobierno UDD, trabajó con una muestra de 73 pacientes que padecieron la enfermedad de manera leve a moderada y 27 pacientes no expuestos a esta enfermedad.

Tras una evaluación cognitiva, un examen de desempeño en una tarea de toma de decisiones, pruebas funcionales y resultados de imágenes por resonancia magnética, se pudieron observar diversos cambios en el cerebro, entre ellos reportaron diferentes grados de problemas de atención y memoria, otros pacientes dijeron que tenían dolores de cabeza, algunos reportaron fatiga, y otros sostiene que siguen con el olfato persistentemente alterado, pero el 68% experimentó una pérdida total del olfato, mientras que el resto tuvo un sentido del olfato alterado.

Así fue como pudieron descubrir a través de la resonancia magnética que las personas que tenían perdida total del olfato luego podían disminuir la actividad funcional durante la toma de decisiones, pérdida de la integridad de la sustancia blanca y adelgazamiento de la capa externa del cerebro en las regiones parietales, responsables de procesar la información sensorial, comprender las relaciones espaciales y cómo navegar.

“Solo seis pacientes presentaron indicadores de déficit olfativo persistente; por lo tanto, nuestros resultados no se deben a un déficit real, destacó Alejandra Figueroa, una de las primeras autoras del trabajo junto con Leonie Kausel, agregando que, por lo tanto, la anosmia (pérdida de olfato) podría servir tanto como un posible marcador de daño inducido por el virus en los tejidos neuronales, como un marcador de personas susceptibles a daño cerebral”.