TAYRONAS

Shaman Tairona - Época Precolombina
Shaman Tairona - Época Precolombina - Foto: Colombiacom

Expresión del alma de la sierra

No se puede hablar de una nación sin conocer la historia que marcó su camino, ni muchos menos se pueden olvidar a quienes desde tiempos inmemoriales encontraron en esta tierra el escenario perfecto para prolongar la vida, un escenario natural con una riqueza tan grande que todas las generaciones merecen disfrutarlo.

La Sierra Nevada de Santa Marta no es un lugar geográfico, es un santuario de la naturaleza que merece veneración y auténtico honor, aquí, en este mágico y sin igual lugar del mundo, la tribu Tayrona decidió brotar en existencia y desarrollar un universo de sapiencia, sentir y saber.

Los estudiosos pretenden filiar la familia Tayrona con la Chibcha y los términos teiruna y teyuna hacen parte de las actuales tribus descendientes directos de los primeros hombres y mujeres que constituyeron una amplia cultura cuyo legado es un verdadero regalo de conocimiento y relación con el cosmos y con la madre tierra.

Tayrona significa “Hijos del tigre”

Tayrona significa “Hijos del tigre”, una familia indígena que honraba con sus acciones a cada ser de la naturaleza en la que privilegiadamente fueron puestos y que, a la llegada de los españoles, recurrieron a su carácter guerrero para frenar sus imposiciones. Superados en número y armas, los Tayrona debieron adentrarse más hacia la sierra y el litoral, una zona de altas cumbre que desanimó a los invasores y que de alguna manera resguardó a las tribus del exterminio total, pero lo que no hicieron las armas, lo lograron las enfermedades traídas desde Europa por milicianos sedientos de oro y destrucción.

Orfebrería Tairona - Época Precolombina
Orfebrería Tairona - Época Precolombina - Foto: Shutterstock

La historia Tayrona se remonta a 2.000 años y este grupo se ubicó en los territorios que hoy conforman los departamentos del Magdalena, La Guajira y Cesar, y tenían como centro de gravedad y equilibrio cósmico a la Sierra Nevada de Santa Marta, una imponente belleza del universo de importancia sagrada equiparada con el Rey astro, el sol y la luna, su compañera, complemento y elemento armonizador de lo existente.

Los Tayrona fueron expertos constructores de caminos de piedra y loza, también desarrollaron una práctica de ingeniería con la creación de drenajes, siempre buscando aprovechar las características que la geografía les brindaba como oportunidades.

Supieron tomar de su suelo la riqueza que la naturaleza les regaló, por eso implementaron una agricultura basada en cultivos y terrazas escalonadas que buscaban optimizar el trabajo y la constante provisión de alimentos a su familia.

La tribu no solo se destacó en los anteriores campos, la orfebrería es uno de los vestigios de origen humano que mejor expresan su devoción a la vida, el oro fue la fuente para crear hermosas piezas que reflejaban adoración a sus deidades y que los invasores españoles persiguieron con ferocidad.

Vasijas y Joyería Tairona - Época Precolombina
Vasijas y Joyería Tairona - Época Precolombina - Foto: Shutterstock

Con el barro desarrollaron una alfarería que tenía como objetivo el bien común, con vasijas encontradas se estima una organización social en la que el bien común era preponderante.

Como pocas culturas en América, la familia Tayrona tenía en la apicultura otra actividad económica, ligada directamente con la adoración y aprovechamiento de los recursos naturales y las abejas fueron parte fundamental de esta misión.

Los Tayrona fueron seres relacionados con las estrellas y la distribución cósmica, la observación de la bóveda celeste fue un arte que explicaba sus orígenes, definía su ser y ordenaba la vida y las ceremonias y rituales, eran asuntos de primera importancia porque allí, en medio de los efectos de plantas con poderes sicotrópicos y alucinógenos, lograban que su espiritualidad se mostrara tangible.

Visitar la Sierra Nevada de Santa Marta y recorrerla es la mejor forma de adentrarse en el sentir Tayrona, un estado del espíritu que entre terrazas de piedra y de una ciudad perdida enclavada entre las montañas y el Mar Caribe, nos transporta a épocas en el que el tiempo se detenía porque no había afanes, solo contemplación de una naturaleza regalada por los dioses a un pueblo privilegiado.