Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

El gol que sí fue gol del Boyacá Chico que no valieron porque se había acabado el partido

En el primer partido de la final del torneo apertura de 2008 en Cali ante el América, Boyacá Chicó hubiese ganado, pero un gol en el último segundo no fue validado porque el juez pitó el final.
 

El argentino Miguel Caneo fue ficha clave de Boyacá Chicó en su única estrella en el 2008. Foto: Youtube
El argentino Miguel Caneo fue ficha clave de Boyacá Chicó en su única estrella en el 2008. Foto: Youtube

En el primer partido de la final del torneo apertura de 2008 en Cali ante el América, Boyacá Chicó hubiese ganado, pero un gol en el último segundo no fue validado porque el juez pitó el final.
 

Dicen que en el fútbol colombiano cualquier cosa puede pasar y que, así como los clubes grandes pueden reinar, los chicos pueden llegar y convertirse en campeones, incluso viniendo de la B o con pocos años en la primera división.

Boyacá Chicó, no chico, como lo mal pronuncian los presentadores de canales internacionales cuando hacen el resumen de la liga colombiana, sin ser el equipo con mayor arraigo entre los aficionados boyacenses al fútbol, logró ser campeón del rentado colombiano en el torneo apertura del 2008.

Nacido como Chicó en la encopetada zona bogotana que alguna vez fue hacienda de Don Pepe Sierra, y con añadido Boyacá porque a la tierra de la libertad tuvo que ir para poder tener algo de afición, el equipo que tenía al recordado exmediocampista de Millonarios, Eduardo Pimentel como su accionista, presidente, representante legal y casi que lustra guayos, obtuvo su única estrella con poca, o casi nula historia en el fútbol cafetero.

Guiados desde el banco por Alberto Gamero, Boyacá Chicó, que fue fundado en 2002, llegó en 2008 a disputar la final nada más ni nada menos que con América de Cali, y en el primero de los dos encuentros realizado en el estadio Pascual Guerrero de la sultana del Valle, el cuadro ‘ajedrezado’ se llevó un empate a un gol, pero más que la paridad, lo que realmente se llevó a la fría Tunja fue una ´piedra’ de temperaturas volcánicas por un hecho insólito en el fútbol criollo.

En el último suspiro del encuentro, una jugada del Boyacá Chicó dejó solo a Fram Pacheco, quien venía justamente de jugar en el América, frente al portero escarlata, el uruguayo Adrián Berbia, y con remate con el empeine de su pie derecho definió con calidad y el grito de gol fue uno solo en las toldas boyacenses.

Jugadores y cuerpo técnico del Boyacá Chicó salieron como locos a celebrar una hazaña pocas veces lograda por equipo colombiano alguno, pero mientras creían que ya tenían tres puntas de las cinco que tiene una estrella en el bolsillo, el joven árbitro Wilmar Roldán anunciaba que el gol no era válido, no porque hubiese fuera de lugar ni alguna mano o falta previa, la anotación no contaba porque mientras Pacheco corría con el balón rumbo al arco americano, el referí antioqueño pitó el final del cotejo.

Que todo lo del pobre es robado, que usted está vendido y que todo está arreglado, solo fueron algunas de las frases que se escucharon en momentos de alegato, que al mejor estilo del paro nacional contaron con la participación del Esmad.

Los duros y nada cordiales reclamos contaron con la infaltable participación del irascible Eduardo Pimentel, aunque esta vez muchos coincidieron en que su ‘emberracada’ sí tenía razón de ser, pero con toda la ‘piedra afuera’, Boyacá Chicó tuvo que irse con un empate a Tunja, donde en encuentro de vuelta obtuvieron el título mediante lanzamientos desde el punto penal.