René Higuita, el único arquero que ha marcado goles con ambas camisas en el clásico paisa

José René Higuita Zapata, mejor conocido como René Higuita tiene un lugar único en la historia del fútbol colombiano y mundial por su calidad, personalidad y estilo único, pero también por ser un revolucionario como arquero líbero y goleador, porque antes el arquero estaba bajo los tres palos, y que estuviera cerca de marcar un gol o que supiera con la pelota en los pies era algo impensado.

Con motivo de una nueva edición del clásico paisa entre el Atlético Nacional y el Deportivo Independiente Medellín resultan inevitables las anécdotas, estadísticas y datos curiosos de uno de los encuentros más importantes del rentado nacional, y René Higuita, tiene un capítulo especial en este duelo que, como se ha repetido hasta el cansancio, es un ‘partido aparte’.

René Higuita es uno de los jugadores que ha defendido las divisas verdolaga y poderosa en su trasegar por el balompié, pero no solo ha custodiado la cabaña de ambos equipos, que por cierto acostumbraba a dejar abandonada por ir a buscar el balón y salir con él hasta más allá de la mitad de la cancha y poner a gozar a unos y a sufrir a muchos.

El golero y goleador antioqueño es el único arquero en la historia del clásico entre Atlético Nacional y Deportivo Independiente Medellín que ha marcado seis goles, cuatro con el equipo verde y dos con el rojo, de los cuales cinco fueron de tiro penal y uno de tiro libre directo.

Gol de tiro libre a Nacional

La historia dice que Atlético Nacional ha ganado más clásicos al Deportivo Independiente Medellín, pero el poderoso de la montaña ha marcado tantos significativos como uno olímpico en la zurda de Mao Molina y uno de tiro libre del ‘loco’ René Higuita.

Un 18 de junio de 1999 René Higuita venció la resistencia del inolvidable Miguel Calero (otro arquero al que le gustaba marcar goles), el golero goleador tomo carrera y le pegó con pierna derecha, pero no la ubicó a un ángulo, sino que realizó un remate razante que pasó por debajo de la barrera y se metió por el palo de la mano izquierda de un desubicado arquero verdolaga.

Higuita celebró y no celebró, porque en medio de los abrazos de sus compañeros y el delirio de la afición roja levantó las manos al cielo como pidiendo perdón por haber vencido la resistencia del equipo de sus amores, pero también con la picardía de un hombre que nació para hacer del fútbol una fiesta.