Por: Juan Carlos García Sierra • Colombia.com

Rock al Parque, 25 años no son nada

Cada año los vecinos de los barrios aledaños a la avenida 68 con calle 63 en pleno sector de El Salitre en la apenas suramericana ciudad de Bogotá, ven con mucho temor y fastidio la llegada de algo más nocivo que el impuesto predial o el aumento del salario mínimo, sí señores, Rock al Parque y esta vez cumpliendo 25 años de vida.

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Cada año los vecinos de los barrios aledaños a la avenida 68 con calle 63 en pleno sector de El Salitre en la apenas suramericana ciudad de Bogotá, ven con mucho temor y fastidio la llegada de algo más nocivo que el impuesto predial o el aumento del salario mínimo, sí señores, Rock al Parque y esta vez cumpliendo 25 años de vida.

Este Festival insignia es un mozalbete de un cuarto de siglo de existencia y su fama se ha fortalecido a tal punto de ser una reunión icónica del continente y aunque muchos lo duden, son bastantes las bandas internacionales que conociendo su buen nombre quieren hacer parte de él.

En lo que llaman escena rockera nacional, el haber sido una de las bandas participantes en alguna edición del festival significa simplemente existir, las que no, sigan intentándolo porque a pesar de sus detractores, Rock al Parque catapulta, reencaucha y consolida bandas y solistas que encuentran en el puente de finales de junio a un público tan numeroso que quizás nunca puedan volver a tener en frente.

Muchos alistan reconocimientos y regalos para este joven saludable que alguna vez pareció tener un poco de desnutrición, pero que con una buena dosis de reconstituyente salió a flote nuevamente para decir con voz y frase de expresidente: “Aquí estoy y aquí me quedo”.

Claro que a quienes no les  gusta esa frase es a los residentes de la zona que no piensan reunir una cuotica vecinal para comprarle alguito al chinito, por ellos que Rock al Parque lo hagan en la porra.

Si cada año aparecen notas y reseñas de los orígenes del festival, con mayor razón lo harán las odiosas comparaciones con Woodstock, lo cual es un verdadero sacrilegio y con Ancón, lo cual parece un chiste. No hay festival de Rock semejante en Colombia y punto, con eso no se pretende ser más odioso que las comparaciones anteriores, simplemente es tal su renombre que todos lo aceptan como una verdad de a puño pero en la cabeza en pleno pogo.

Cientos de bandas nacionales se presentan en fases eliminatorias para ser parte del Festival. Foto: Luis Plata - Colombia.com 

Veremos las notas televisivas del tipo que afirma no haber fallado a un solo festival, las de aquel que se queja porque AC-DC no ha venido a Colombia, las de la muchacha sollada que a pesar de su pinta megarockera y corrida es toda una ejecutiva de una multinacional, la del papá calvo que acompaña a su hija jurando que alguna vez tuvo pelo en la cocorota y las de muchos que ni siquiera pueden hablar de la traba tan macha. 

Rock al Parque ya es tradición y todo un ritual que trae buses repletos de rockeros encuerados y llenos de taches de todo el país (realmente “cuerina” es lo que visten, no confundir con el encuerado mexicano que significa sin ropa), aunque ya es común ver fanáticos que visitan la capital desde Chile, Argentina, Perú, México y Ecuador.

Cuando alguna vez se intentó cancelar este festival, a los rockeros les pararon bolas y se les dio gusto no dejando morir a este, como dirían los rolos de décadas, sardino de 25 años al que hace rato le brota barba espesa y pelo en pecho.

Esperamos que a los habitantes cercanos al Parque Metropolitano Simón Bolívar también les paren bolas y atiendan las súplicas de cada año para que haya verdadera presencia policial en la zona y enfrenten a esa caterva de guarichos peludos, borrachos y enmariguanados que hacen de las suyas por todo el lugar echando por el suelo aquello de que el Rock es respeto y convivencia pacífica.

Hay que aclarar y hacerlo con vehemencia, que esos peludos trabados a punta de bareta y borrachos con Moscato son esos que escudándose en el Rock no son más que delincuentes y desadaptados que dejan siempre mal parado al Festival protagonizando desmanes y aunque parezca un refrito decirlo, los rockeros son buenos elementos no siempre mechudos que creen firmemente en la posibilidad de forjar cultura a través de eventos como este.

Rock al Parque es todo un plan familiar porque asisten padres e hijos (no los de la extinta serie), tíos y sobrinos y en general, fanáticos del Rock.

Rock al Parque es el Festival más importante y masivo de Latinoamérica tan representativo para Bogotá como el Transmilenio, lo digo porque a veces reina el desorden y la anarquía pero con la diferencia de que es gratis.

Rock al Parque tiene vida para rato y los rockeros jóvenes y viejos debemos perpetuarlo con respeto, sentido de pertenencia y buena energía.