Bogotá

Por: Redacción Turismo • Colombia.com

Museo Botero

Cuando vaya visitando Bogotá y su centro histórico ubicado en el añejo barrio de La Candelaria, se encontrará con toda suerte de caminantes, estudiantes apurados porque van tarde a clase, empleados como atletas de cien metros planos con la excusa de que “Los cogió la noche”, vendedores ambulantes esperando la buena suerte de un turista que compre y no pida vueltas y turistas que haciendo caso a la recomendación de ubicarse cardinalmente por Monserrate, levantan su mirada al cielo como si tuviesen alguna hemorragia nasal.

Actualización
El Museo Botero un es una experiencia en grande. Foto: Shutterstock
El Museo Botero un es una experiencia en grande. Foto: Shutterstock

Cuando vaya visitando Bogotá y su centro histórico ubicado en el añejo barrio de La Candelaria, se encontrará con toda suerte de caminantes, estudiantes apurados porque van tarde a clase, empleados como atletas de cien metros planos con la excusa de que “Los cogió la noche”, vendedores ambulantes esperando la buena suerte de un turista que compre y no pida vueltas y turistas que haciendo caso a la recomendación de ubicarse cardinalmente por Monserrate, levantan su mirada al cielo como si tuviesen alguna hemorragia nasal.

La Candelaria es historia pura, en sus viejas casonas y calles se guardan hechos de gran importancia para la vida de la ciudad con repercusiones en todo el país, aquí vivieron y transitaron los más grandes héroes de la patria, artistas, políticos y personajes de todos los tonos, credos y facetas.

Y es que La Candelaria tiene un ambiente especial que enamora a propios y a extraños, cada vez resulta más común encontrar “monos ojiazules” venidos de Europa, USA o algún cundiboyacense colado que decidieron no solo lanzar el ancla sino quemar las naves y encontrar puerto perpetuo en este barrio único.

La Candelaria cuenta con lugares destinados a la sabrosa bohemia, no se extrañe si al ingresar a uno se da cuenta de que su dueño es un gringo que vino al país y se quedó por amor al país y a una colombiana, La Candelaria también es cultura y educación en su mejor versión.

Sede de claustros antiguos y contemporáneos de educación primaria, secundaria y superior que son vecinos de museos, bibliotecas y salas de arte, este barrio acoge como suya la obra de un artista antioqueño, colombiano y universal: el maestro Fernando Botero Angulo.

En plena carrera 11 con carrera 4, magnífica esquina cercana a la Biblioteca Luis Ángel Arango se encuentra su entrada y justo cuando esta se atraviesa aparece una gigante y regordeta mano -quizás si fuese flaca no sería reconocida como obra de Botero que inquieta pero que a la vez anima a recorrer la antigua pero hermosa casona que tiene como obesos huéspedes a las genialidades diseñadas por el igualmente genial artista.

Esta gran colección personal del maestro, que se avalúa en cerca de 200 millones de dólares, se encontraba repartida en distintos lugares como New York, Paris, el estudio del artista en Pietrasanta, Italia y Montecarlo, fue reunida para tener como lugar permanente de exposición a Bogotá, posteriormente el artista donó otra parte de su obra al Museo de Antioquia en su natal Medellín.

Pero esta colección no reúne obras realizadas exclusivamente por el maestro, es un compendio de piezas originales de importancia artística universal pues entre ellas se encuentran pinturas, esculturas, dibujos y óleos de corrientes impresionistas, postimpresionistas, surrealistas, futuristas y cubistas con célebres autores como Renoir, Monet, Pisarro, Bonard, Degas, Tolouse-Lautrec, Picasso, Miró, Klimt, Balthus, Grozs, Léger, Matisse y Giacometti.

Dentro de la muestra propia y pasada de kilos de Botero merecen ser destacadas una versión de La Monalisa y una parte de la primera serie sobre la violencia en Colombia con pinturas como Pablo Escobar, Tirofijo, Masacre de la mejor esquina y carrobomba.

Es pues esta colección una de las más importantes de América Latina que sitúa al Museo Botero no solo como templo de cultura nacional sino universal teniendo en cuenta que sus piezas son tan valiosas que no tienen peso artístico sino sobrepeso y que por capricho del artista no pueden ser cambiadas de lugar.

Cuando visite Bogotá, no olvide por nada del mundo visitar La Candelaria y estando allí dese una vuelta gorda por este museo que sin duda lo enamorará del país, de la ciudad y del arte.