Recomendaciones para mejorar la calidad de vida del anciano

Una adecuada nutrición, acompañada de ejercicio físico, es indispensable para contar con calidad de vida durante la vejez.

Colombia.com - Vida y Estilo
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Una adecuada nutrición, acompañada de ejercicio físico, es indispensable para contar con calidad de vida durante la vejez.

Durante las diferentes etapas de la vida, los seres humanos experimentan una serie de cambios fisiológicos. Comúnmente los que se desarrollan con el envejecimiento llevan a las personas, e incluso a algunos médicos, a pensar que las indicaciones nutricionales del adulto mayor deben cambiar drásticamente, especialmente con restricciones en la rutina alimenticia.

Si bien es cierto que esta población cuenta con un grado de vulnerabilidad mayor en diversos aspectos nutricionales, es necesario tener claridad frente algunos mitos relacionados con su alimentación y las recomendaciones generales para brindarles una nutrición sana que involucre los componentes que realmente ellos necesitan y que contribuyen a su calidad de vida.

Algunos de los cambios fisiológicos que se presentan en la tercera edad y que se relacionan directamente con la alimentación son: pérdida de piezas dentales, menor producción de saliva, alteración en la percepción del sabor, sensación de saciedad temprana y estreñimiento. Además hay otras problemáticas como la disminución del apetito, prótesis dentales mal adaptadas, polimedicación, abandono social, bajos recursos y enfermedades crónicas, que también influyen en la forma de comer de los ancianos. Estas situaciones aumentan el riesgo de presentar procesos de malnutrición por baja ingesta, la cual tiene un efecto negativo en la capacidad de respuesta a la enfermedad, en la autonomía para realizar actividades básicas de la vida diaria y por ende, en la calidad de vida.

Según la doctora Claudia Contreras, nutricionista, experta en nutrición del adulto mayor, existen nutrientes que se consideran esenciales para esta población, por lo que es recomendable no suprimir ninguno de los grupos de alimentos básicos (formadores, reguladores y energéticos).

“En la dieta del adulto mayor, existen algunos nutrientes denominados críticos (proteína, calcio, hierro, zinc, vitamina D y vitamina B12) los cuales se encuentran principalmente en los alimentos de origen animal, como leche y sus derivados, huevos y carnes. Sin embargo, para que estos nutrientes sean utilizados de manera adecuada, se deben acompañar de alimentos energéticos (cereales, tubérculos, azúcares y grasas) y reguladores (frutas y verduras)”.

Para garantizar una alimentación saludable, esta debe permitir el consumo de todo tipo de alimentos en variedad de preparaciones, distribuidos en cinco o seis tiempos de comida a lo largo del día.


Funcionalidad y calidad de vida
Es común que con el proceso de envejecimiento el individuo pierda velocidad en la marcha, presente disminución en la movilidad y en la actividad física, sea más susceptible a enfermedades crónicas y aumente su dependencia de terceros. Esto es generado por una disminución en la masa y la fuerza muscular. 

Por ello, la Dra. Contreras asegura que el objetivo nutricional de los profesionales de la salud en el anciano debería estar encaminado hacia el mantenimiento y las buenas condiciones de la masa muscular, ya que este factor está directamente ligado a la funcionalidad y la independencia. Esto se logra con una combinación de alimentación saludable, exposición a la luz solar y ejercicio físico.

“A pesar de que es normal que los adultos mayores pierdan algunas facultades para la realización de sus actividades diarias, no debería faltarles la capacidad de ser independientes y valerse por sí mismos”, enfatiza la nutricionista.

Recomendaciones de la especialista:
La Dra. Claudia Contreras, brinda unas recomendaciones para contribuir a la calidad de vida de este grupo poblacional:

1. Reconocer que es una población vulnerable nutricionalmente y que la supresión de alimentos esenciales puede ser una condición determinante para que su estado de salud se deteriore.

2. Suministrar una alimentación que contenga alimentos de todos los grupos básicos, en especial lácteos, carnes, huevos, frutas y verduras, sin dejar de lado el consumo de harinas.

3. Seguir el patrón de alimentación recomendado de cinco tiempos de comidas al día o incluso seis: desayuno, medias nueves, almuerzo, onces, cena y, en ocasiones, una merienda pequeña antes de dormir.

4. Garantizar una exposición moderada a la luz solar.

5. Favorecer la movilidad y el ejercicio físico, no solo con caminatas sino también con actividades de resistencia y de fuerza, mediadas por las recomendaciones médicas.

6. Reforzar las visitas al médico general con el apoyo y las recomendaciones de nutricionistas y fisioterapeutas.