Por: Alexandra Méndez • Colombia.com

San Jacinto: poderosa oración para pedir el alivio de dolores y males

Si estás pasando por algún problema de salud, encomiéndate a San Jacinto, quien intercederá por tu bienestar.

Oración a San Jacinto para quitar dolores y males. Foto: Shutterstock
Oración a San Jacinto para quitar dolores y males. Foto: Shutterstock

Si estás pasando por algún problema de salud, encomiéndate a San Jacinto, quien intercederá por tu bienestar.

San Jacinto fue un esclavo y mártir cristiano en Roma en el siglo III. Junto a su hermano Proto, evangelizó a muchas personas con fe y valentía, y murió proclamando la palabra de Dios durante el imperio de Valeriano.

Tras su muerte, los hermanos fueron enterrados en el cementerio de Basilia o de San Hermes, en la antigua Vía Salaria, en Roma, donde años más tarde el padre José Archi encontró intacta la tumba de Jacinto. 

San Jacinto fue sepultado el 11 de septiembre tras morir decapitado por orden del emperador, quien martirizó a un gran número de sacerdotes y predicadores del cristianismo. Por ello, en la actualidad, la iglesia católica ha declarado este día en su honor para rendir homenaje a su labor evangelizadora. 

A este santo se le atribuyen muchos milagros de sanación y curación de enfermedades, por ello, muchos fieles acuden a él para pedir ayuda. Si estás pasando por algún problema de salud, encomiéndate a San Jacinto con la siguiente oración de la web Oraciones Antiguas. 

Oración a San Jacinto para aliviar dolores y males

San Jacinto glorioso,
fiel y eficaz protector,
ruega por nosotros a Dios
que escuche nuestra oración.
 
Dedicado a las Misiones
con tal fuego predicabas,
que en todas ellas lograbas
multitud de conversiones,
rindíose a tus persuasiones
El más duro pecador.

Pues tienes con el Señor
un influjo poderoso
sé San Jacinto Glorioso
nuestro eficaz protector.
 
Encontró en tu valimiento
ayuda quién la pidió,
habla el mudo, vista el ciego,
el afligido sosiego,
y el difunto nuevo aliento;
Eras el medicamento
de todo mal y dolor.
 
Se dignó a bajar del Cielo
la Inmaculada María,
llenándote de alegría,
de dulzuras y consuelo,
era todo tu desvelo
obsequiarla con fervor.
 
Corrido y avergonzado
del infernal enemigo,
queriendo haberlas contigo,
salió bien escarmentado;
El después de apaleado
llegó a cobrarte pavor.
 
Heridos de penitencia
a ti muchos acudieron,
y de repente se vieron
libres ya de su dolencia;
En la Divina presencia
tu ruego es de gran valor.
 
San Jacinto glorioso,
fiel y eficaz protector,
ruega por nosotros a Dios
que escuche nuestra oración.

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