Los tres poderes curativos de las mascotas

Las mascotas pueden bajar los niveles de colesterol, disminuir la presión arterial y mitigar la sensación de soledad, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU.

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Las mascotas pueden bajar los niveles de colesterol, disminuir la presión arterial y mitigar la sensación de soledad, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU.

La terapia asistida con animales (también llamada zooterapia) emplea la interacción con ellos, por lo general con perros, como tratamiento para mejorar la condición física, emotiva y social, y estudios de todo el mundo están apoyando el esfuerzo de cientos de equipos de adiestradores en EE.UU.

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Brett y Rachael Beasley son voluntarios en la organización sin fines de lucro Intermountain Therapy Animals hace más de diez años, se han desempeñado en diversos cargos y fueron testigos de los beneficios de su trabajo.

Los Beasley supieron de la existencia de Intermountain Therapy Animals de causalidad, mientras miraban el noticiero en el almuerzo. Tras pasar por diversas actividades en la organización, actualmente son defensores dedicados de la terapia asistida con animales. “Es real”, afirmó Brett Beasley. “Creemos sin duda alguna en los beneficios y la realidad de la terapia con animales. No sabíamos nada al respecto hasta que vimos la noticia, y sin lugar a dudas no la entendimos hasta involucrarnos”.
Últimamente, las experiencias de los Beasley vienen ganando el apoyo de investigadores que descubren que los animales pueden mejorar varios aspectos de la salud humana.

1. Motivadores sociales: Kathy Klotz es directora ejecutiva de Intermountain Therayp Animals desde mediados de los noventa. Ella entró a la organización poco después de mudarse a Utah en 1993, primero como voluntaria junto a su pastor australiano, Foster.

En el Primary Children’s Residential Treatment Center en Salt Lake City, Klotz y Foster trabajaron con un niño que había sido abandonado por sus padres y no respondía a la terapia. “Cuando lo conocimos, era una persona plegada”, cuenta Klotz. “Casi no hablaba en voz alta”.

Klotz y Foster trabajaron con el niño durante un año. Él practicó adiestrar a Foster y enseñarle trucos. Cuando Foster no obedecía las órdenes pronunciadas en voz baja por el niño, Klotz lo alentaba a mostrarse más animado, para que Foster comprendiese. Cuando el niño estuvo más cómodo con Foster, le ocurrió lo mismo con la gente. Después de un año de zooterapia, el niño hizo un show de adiestramiento con Foster frente a otros chicos en el establecimiento.

“Hizo todo el show solo”, dijo Klotz. “Era una personita completamente nueva”. A principios de este año, investigadores en Italia publicaron un estudio que mostró una mejoría en la interacción social de jóvenes con “trastornos mentales severos” después de tener terapia asistida con animales. Treinta y cuatro niños y adolescentes de once a diecisiete años con diagnósticos psiquiátricos fueron tratados con esta terapia en sesiones semanales de 45 minutos durante unos tres meses.

Según las conclusiones, los pacientes presentaron una conducta más socializada y un menor retraimiento social. Fueron más seguido a la escuela y pasaron mucho menos tiempo en el hospital. “Los animales pueden representar una ayuda válida en contextos terapéuticos gracias a su capacidad de catalizar interacciones sociales y crear un ambiente más relajado”, según el estudio.

Se dieron resultados similares en un estudio realizado en 2014 con diecisiete residentes de hogares para ancianos en Alemania. Los participantes, afectados por demencia de magnitud moderada a severa, fueron observados después de pasar tiempo con un perro y una persona “amistosa”, lo que se comparó con el tiempo que pasaron solamente con la persona.

“La AAI (intervención con ayuda de animales, por sus siglas en inglés) redundó en una mayor interacción social y una expresión emotiva positiva”, afirmó Sandra Wesenberg, líder del equipo de autores del estudio e investigadora de la Universidad de Tecnología de Dresde, citada por el sitio annalsoflongtermcare.com.

2. Sanadores emocionales: Un estudio realizado en 2014 en el Mount Sinai Beth Israel Hospital de Nueva York analizó a 37 adultos pacientes de cáncer que fueron visitados todos los días por perros terapéuticos registrados por seis semanas durante tratamientos de quimioterapia y radioterapia.

Estos pacientes presentaron “un mayor bienestar emocional y una calidad de vida más alta” y se sintieron motivados a continuar su tratamiento, según un comunicado de prensa. De forma similar, los investigadores de la Purdue University comenzaron un estudio para determinar los efectos de los animales terapéuticos sobre veteranos de guerra con trastorno por estrés postraumático. Trabajando junto a una organización sin fines de lucro llamada K9s for Warriors, se investigará a los veteranos y sus animales de servicio para medir cambios en sus remedios, el estrés, sus relaciones, el funcionamiento general y la calidad de vida.

La jefa del estudio, Marguerite O’Haire, dijo que se obtendrán “datos preliminares” para más investigaciones en el campo, según el diario militarytimes.com. Rachael Beasley vio que su perro ayudó a aliviar el dolor cuando lo llevó a acompañar a algunos niños cuya madre estaba por morir.

“Fuimos a la sala de espera e hice que todos los niños se recostasen con él y lo amasen”, contó Beasley. “Se llevaban a cada uno de ellos de vuelta y volvían para llorar sobre él, así durante todo el proceso”. La familia le dijo a Rachael Beasley que contar con el perro ayudó a reconfortar a los niños.

3. Aliviadores del dolor físico: Intermountain Therapy Animals suele trabajar con el Centro de Quemados de la Universidad de Utah. Klotz contó el caso de un niño de dos años con quemaduras en los pies que tenía miedo de intentar caminar de nuevo por el dolor. Cuando un perro fue a visitarlo, olvidó su temor.
“Inmediatamente quedó tan fascinado con la idea del perro que saltó de la cama y se fue caminando por el pasillo para verlo. Mientras tanto, se dio cuenta de que caminar no le iba a doler”, contó Klotz.

Un estudio hecho en 2009 midió la presión arterial, el pulso, el nivel de dolor y la frecuencia respiratoria de 57 niños en un estabelecimiento pediátrico de cuidados intensivos. Un grupo de participantes pasó unos quince o veinte minutos con un perro, y el grupo de control se sentó en silencio durante un cuarto de hora. La disminución del dolor entre los pacientes en el grupo de tratamiento fue cuatro veces mayor que en el grupo de control.

Voluntarios de zooterapia en Utah sintieron efectos de reducción del dolor (o por lo menos de distracción) que ayudan a los pacientes a recuperarse de lesiones y enfermedades. Klotz afirmó que si bien el apoyo de la ciencia es útil, los casos exitosos y las experiencias significativas son la verdadera motivación para su trabajo.

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