Acto de confianza: oración de San Claudio de la Colombière para las dificultades
La oración del “Acto de confianza”, fue escrita por San Claudio de la Colombière y puedes realizarla ante cualquier dificultad, para demostrar a Dios que te pones siempre en sus manos.

La oración del “Acto de confianza”, fue escrita por San Claudio de la Colombière y puedes realizarla ante cualquier dificultad, para demostrar a Dios que te pones siempre en sus manos.
San Claudio de la Colombière fue el sacerdote jesuita elegido por el Sagrado Corazón de Jesús, para promover su devoción; de hecho, en Francia conoció a Santa Margarita María Alacoque, a quien motivó para que confiara en sus visiones, pues eran mensajes directos de Dios, y ella siguió sus consejos, pues el Corazón de Jesús le manifestó que ese hombre le había sido enviado especialmente.
El hoy santo, escribió una hermosa oración para demostrar a Dios que se tiene plena seguridad al estar bajo su resguardo, especialmente ante las dificultades, llamada “Acto de confianza”; el portal ‘corazones.org’, de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, dio a conocer esta plegaria, y aquí te la compartimos.
Oración del “Acto de confianza”
Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.
Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.
Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.
A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza. Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperé, Señor, y jamás seré confundido.
Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuánto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.
En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos.
Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.