Flanqueado por Arabia Saudí y Qatar, Bahrein es el país más pequeño del golfo Pérsico, con apenas un millón de habitantes, pero su importancia estratégica es enorme.
La privilegiada posición geográfica del emirato nunca ha pasado desapercibida para las potencias occidentales, en busca de una presencia constante en la zona con mayor riqueza petrolera del planeta.
Aliado privilegiado de Estados Unidos, que utilizó profusamente sus bases para atacar Irak en las dos guerras del Golfo (1991 y 2003) y que mantiene allí la base de la V Flota de la Marina, el reino de Bahrein es un mosaico de etnias gobernado por la dinastía sunita de la familia Al Khalifa, a cuyo frente está el rey Sheik Hamad.
Aunque en los papeles Bahrein es una monarquía constitucional, la realidad es distinta: la democracia es aparente y tanto el primer ministro, el jeque Khalifa bin Salman al Khalifa, como el resto del Gobierno cumplen órdenes de la familia real.
A pesar de la bonanza económica del reino, sostenida por el petróleo (sus exportaciones generan el 70% de los ingresos estatales), las grandes reservas de gas y más recientemente por el turismo de lujo y la banca internacional, la tensión entre la comunidad chiíta, que representa un 80% de la población, y la sunita impiden al país árabe alcanzar una mínima estabilidad social.
El enfrentamiento entre ambas etnias -que viene desde tiempos anteriores a Cristo- está en el origen de la actual protesta, que por el momento se ha saldado con cinco muertos y decenas de heridos. Pero también es el germen de muchas de las revueltas que han marcado la historia reciente de este microestado islámico.
Los chiítas acusan históricamente al régimen de someterlos a una continúa discriminación y de privarles del acceso a la riqueza. El sentimiento general en Bahrein es que el rey Hamad no ha colmado las expectativas del pueblo cuando sucedió en el trono a su padre en 1999 y emprendió una serie de reformas, más cosméticas que reales, que se tradujeron en la adopción de una nueva Constitución.
Estos cambios culminaron en 2002 con la celebración de las primeras elecciones parlamentarias en casi 30 años, y en las que por vez primera la mujer pudo votar. Además, el rey suprimió la tortura en los interrogatorios y liberó a más de 300 presos políticos, aunque más de un millar siguen encarcelados esperando juicio.
A pesar de que ambas vertientes se reconocen mutuamente, también se critican y difieren en varios puntos.
Los dos se atienen a los cinco pilares del islam. Pero los sunitas critican el enfoque doloroso de los chiítas, quienes se reúnen durante 10 días para conmemorar la batalla de Karbala, se golpean, lloran y sufren mientras un sacerdote Imam chilla por encima de la masa reunida.
Aparte de eso, difieren en la manera de rezar y otros aspectos puntuales. Los chiítas llaman a rezar 3 veces al día, en vez de cinco como los sunitas.
Las principales demandas sunitas siguen sin ser atendidas en Barhein. Por eso los conflictos permanentes durante la última década.
Entre 1994 y 1999, las protestas se saldaron con más de 40 muertos. Las manifestaciones que se desarrollan en Bahrein estos días han tomado impulso por el efecto contagio de las revueltas en Egipto y Túnez.
El Gobierno cerró varias revistas y páginas web críticas con el régimen. Las organizaciones de derechos humanos piden que Bahréin que garantice a sus ciudadanos el derecho a reunirse pacíficamente y expresar sus puntos de vista y que elimine las leyes que restringen estas libertades.
Internet, como en otros países árabes, está siendo utilizado por los activistas de Bahrein para coordinarse. El Gobierno del emirato ha restringido todo lo posible el acceso a la red y ha cerrado esta misma semana una página en Facebook -que cuenta con 800 miembros en Bahrein- de un grupo que llamaba a la movilización el pasado 14 de febrero, marcado en el calendario como el Día de la Ira.
Los miles de jóvenes chiítas que secundan las protestas reclaman una nueva Constitución y la renuncia del primer ministro, que lleva 40 años en el cargo. Pero, sobre todo, piden que se les escuche.
La gran vidriera internacional de Barhein es ser sede de la primera fecha del calendario de Fórmula 1. Su realización, pautada para marzo, ahora corre serio riesgo.
El mapa social es desigualitario como en el resto de Medio Oriente. El problema es que no hay datos oficiales disponibles. El desempleo oscila entre 5% y 9 por ciento. Él último dato oficial, de 2005, es de 15%.
Un síntoma de que la falta de trabajo es una preocupación fue la exigencia del gobierno de tomar personal nativo. Casi la mitad de la población es extranjera empleada por las petroleras internacionales. El PBI per cápita es de US$40.400.
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