CULTURA NARIÑO

Disco Rotatorio - Cultura Nariño - Época Precolombina
Disco Rotatorio - Cultura Nariño - Época Precolombina - Foto: Shutterstock

Dominadores de la altura y el frío

El sur de Colombia es sinónimo de elevaciones y de un frío tan intenso que amilanaría al más incauto, curiosamente este clima enciende la alegría y animosidad de un pueblo que, en el extremo sur del país, se niega a no ser considerado como parte de él.

La cultura Nariño debe su nombre a que se desarrolló en el territorio del actual departamento de dicho nombre, pero también se le conoce como cultura Capulí, esta familia desarrolló un intenso comercio y contactos con tribus del litoral pacífico y de la cuenca amazónica.

Nariño es la familia antecesora de los Pastos y Quillacingas, tribus que encontraron las tropas españolas al llegar a estas tierras y que desarrollaron habilidades extraordinarias para la orfebrería cuyas muestras principales se encontraban en los atavíos funerarios que denotaban una marcada estratificación social, en su orfebrería y en su cerámica destacaron sus figuras en las que la figura humana era estática mientras que en las animales mostraban movimiento y dinámica, una posible creencia en la vida animal como algo sublime y de corte superior.

Algunos de sus diseños en adornos como collares tenían una connotación hipnótica, porque sus figuras producían efectos visuales al ser suspendidos, esto supone que sus rituales y ceremonias eran parte trascendental de su vida social.

Ornamento - Cultura Nariño - Época Precolombina
Ornamento - Cultura Nariño - Época Precolombina - Foto: Shutterstock

El altiplano limítrofe entre en Colombia y Ecuador fue testigo de cómo la importancia de la muerte en esta cultura marcaba sus acciones y consideraciones sobre su universo, las tumbas de sus principales jerarcas estaban muy adornadas y además fueron enterradas a gran profundidad, ellos dominaban las grandes alturas, pero las profundidades eran muy importantes para su mística al considerar que el fallecimiento de un miembro era el inicio de un gran viaje, en dichas tumbas llegaron a enterrar más de 14 cuerpos.

La música también hizo parte importante de este pueblo y que hace que los actuales habitantes del departamento de Nariño hayan heredado un ánimo singular, se encontraron flautas en oro y plata, lo cual evidencia la importancia de la entretención y el esparcimiento en una familia con grandes adelantos sociales. En la alfarería también se plasma esta condición musical y parece ser que eran personalidades quienes interpretaban estos instrumentos, eran una especie de tocados por el cielo y no todos podían tener el honor de hacer música con este instrumento porque las figuras casi divinas de humanos sentados con la flauta en acción, confirma esta apreciación.

Los rituales de la familia Nariño eran verdaderas reuniones de las manifestaciones artísticas, la música y el canto eran imprescindibles para atraer o llamar a los espíritus para que se unieran a reuniones místicas en las que los adornos, las pinturas corporales y las máscaras jugaban un papel preponderante.

El consumo de sustancias sicotrópicas los conectaba con el espíritu de los dioses, los chamanes eran parte importante de su jerarquía y eran ellos quienes dirigían los viajes cósmicos de una tribu muy conectada con lo intangible; la dualidad masculino-femenino y día-noche fue la base de su estructura, un grupo al que la geografía mantuvo casi que desconocido pero que fue la semilla de futuras familias que le dieron carácter a una región mantenida al margen durante mucho tiempo de la colombianidad que hasta ahora reconoce en su variedad, su fuerza y contenido.